Artículo de Pilar Padilla sobre su experiencia en Playa del Carmen....

lunes, 28 de junio de 2010

| | | 0 comentarios

Mi experiencia con la Terapia Colaborativa en el Instituto de Verano 2008 en Playa del Carmen

.

Volví de Playa Del Carmen con un tesoro preciado.

Cuando a principios del año pasado, Ana D’urso; mi amiga y maestra puso en mis manos el libro “Conversación lenguaje y posibilidades” de Harlene Anderson, no imaginé las consecuencias que ello iba a tener.

En aquel momento tenia 37 años, casada hace 19 y con 4 hijos, tenía una profesión que crecía en cantidad de pacientes y en beneficios de todo tipo. Sin embargo, una cosa me turbaba: me sentía agotada y físicamente débil, lo cual desembocaba en constantes enfermedades.

Estudiaba mucho y, aunque progresaba profesionalmente, sentía que todo lo que sabía era poco, y que necesitaba seguir absorbiendo más conocimientos para brindar la respuesta perfecta para cada caso. Así fue como incursioné en el psicoanálisis, en la Evaluación Psicológica, en la terapia familiar, en la logoterapia y en la terapia cognitiva.

Todo lo que aprendía me fascinaba pero había algo en la relación terapéutica que me generaba mucho malestar y verdaderamente no podía ponerlo en palabras, no lo entendía, solo podía enfermarme y sentirme exhausta.

Una explicación a lo que me pasaba la encontré leyendo a Michael White, el influyente terapeuta Australiano, creador de la Terapia Narrativa, quien en su libro dedicado a los terapeutas (el cual me presto mi amiga Marilene Grandesso en Playa) sostiene que cuando los profesionales están pasando por el síndrome del desgaste profesional o Burn Out, se comienza a producir una desintegración entre los conocimientos académicos, profesionales y los que provienen de la vida cotidiana. Y lo expresa de esta manera:

“Cuando una persona ingresa en la cultura de las disciplinas profesionales, se enfrenta a un cambio en cuanto a qué conocimiento se considera importante, ya que esta cultura produce conocimientos característicos, altamente especializados y formales que constituyen sistemas para el análisis de las expresiones vitales de las personas, vistas a través de los comportamientos. Estos sistemas de análisis brindan a los profesionales un acceso privilegiado a la verdad objetiva de esas expresiones. En esta cultura, las maneras de conocer el mundo que se vinculan con los discursos más populares y locales de las comunidades “legas” son marginadas y con frecuencia descalificadas. Prácticamente no cuentan como legítimos dentro de las culturas de las disciplinas profesionales. (El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas, Pág. 28).

Siguiendo con su idea, él se pregunta qué efecto tiene sobre la vida del terapeuta la formalización de conocimiento y la profesionalización de las pertenencias sociales, y responde:

“Al formalizarse el conocimiento, se generan diferencias entre las personas en cuanto al conocimiento que poseen. Una clase de conocimiento que tiene pretensiones modestas (local, particular y cercano a la experiencia) cede el paso a una clase de conocimiento que tiene pretensiones faltas de modestia (global, universal y distante de la experiencia) (…) El conocimiento requerido siempre está más allá del horizonte alcanzable. En esta cultura de la psicoterapia, los terapeutas encuentran muy difícil escapar a la sensación de que no han llegado a saber lo que hay que saber. Como consecuencia, las vidas de los terapeutas son “descriptas magramente” y esto reduce significativamente las alternativas para la acción en la vida en general y más específicamente en el “trabajo”. Para muchos el resultado es la des-integración (dis-memberment) que contribuye a la perdida de la propia historia y de un determinado sentimiento de identidad (Pág. 35)”.

Hace cinco años, cuando entré en contacto con la terapia familiar, se agudizó mi necesidad de saber cada vez más, ya que en esta práctica tanto las intervenciones como las hipótesis que se manejan son geniales y brillantes y a veces sorprendentes (por lo menos con las personas con quienes tuve la oportunidad de trabajar).

Siempre fascinada con el contenido pero, de nuevo, aparecía ese malestar con la relación terapéutica que me generaba incomodidad. Sentía que no había escapatoria ni alternativa, que así debía ser.

Todo lo que había estudiado y experimentado siempre hablaba de una relación en la cual el terapeuta es el que sabe y el paciente, (quien busca ayuda cuando siente que sus recursos son insuficientes para resolver una situación problemática), es el que se somete (a veces silenciosamente y otras de un modo inquisidor) ante un profesional que sabe lo que le pasa y cómo resolverlo.

Me enteré que Harlene Anderson (la misma autora del libro que había leído meses antes y que causó tan profundo impacto en mi) impartía un Taller de Terapia Colaborativa en Playa del Carmen, México.

Y en busca de nuevos horizontes, sin dudarlo, me fui.

Era la única participante Argentina.

Estaba lista para recibir.

Recibir conocimientos, ayuda, consejos, e inclusive lo que más quería recibir era una teoría que me contenga, ya que sabia que, de todo lo que había estudiado y practicado, ninguna corriente psicológica me contenía plenamente, o mejor dicho me satisfacía plenamente.

Después de una semana intensa de estudiar y vivenciar experiencias nuevas, de conocer personas de todo el mundo, con sus distintos idiomas, culturas, religiones, idiosincrasias, formas de vestirse, de hablar, de moverse y hasta de mirar, volví a casa llena de planteos, ideas y cuestionamientos. Como con un regocijo que me cuesta describir pero que tiene que ver con una liberación a ciertas ataduras que no sabia que tenía.

Lo que pasa es que estamos atravesados por lo cultural y realmente no siempre nos damos la oportunidad de detenernos a pensar acerca de cosas que están instaladas como obvias dentro de nuestra cultura, ya que hacerlo sería como pasar de suelo firme a arenas movedizas, y bueno… esto causa un cierto malestar, o por lo menos incertidumbre, y si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos, es justamente le eterna búsqueda de certezas, que nos brinden seguridad.

Los pensamientos que más afloraban una y otra vez estaban relacionados con el hecho de observar y experimentar que las terapeutas más relevantes, compartían con aquellas más noveles todas las actividades de igual a igual, no sólo lo relacionado con lo académico, sino también con la personal; por ejemplo, una mañana Harlene Anderson se sentó a desayunar conmigo y establecimos una conversación muy cómoda, al igual que con la “dulce y sencilla” Lynn Hoffman, quien en una conversación sincera y profunda, (estando yo angustiada) se ofreció a ser mi abuela, justificando tal ofrecimiento con estas palabras “cuando hay una familia por detrás, ningún problema es demasiado grave” . Palabras que aún resuenan en mis oídos un año después.

O cuando era el momento de salir a almorzar o a pasear, no había jerarquías, como no las hubo en ningún momento de la semana que duró el taller.

Yo estaba muy sorprendida por eso, ya que provengo de una provincia, pero especialmente de un país donde tener mayor conocimientos académicos que otros parece que es el primer paso para ser un terrible engreído, ¡y qué decir si ello va acompañado con algún título que diga cuán sabiondo somos!

Desde este abordaje, el terapeuta se coloca en una posición de genuino interés y respeto por el paciente y pretende generar conversaciones, diálogos que puedan ser útiles que enriquezca las descripciones de sus vidas y que generen nuevas posibilidades. Los pacientes son los verdaderos expertos en sus vidas. El terapeuta deja de lado sus conocimientos, saberes, juicios y prejuicios (posición de “no saber”) dejando espacio para que surja la complejidad, singularidad y riqueza de las personas y sus experiencias dentro de la conversación terapéutica. El terapeuta se propone estar pendiente de sus sesgos y ser transparente o “público” respecto a éstos.

Dice Harlene Anderson:

“En cuanto relación, la terapia tiene tanto que ver con quiénes somos los terapeutas- y quiénes somos en esa relación- como con los miembros de la familias o de cualquier sistema cliente-, y quiénes son en relación al terapeuta. Tiene tanto que ver con nuestras auto-narrativas, con la forma con que nos definimos como personas y nuestras identidades como terapeutas, como con las autodefiniciones e identidades del cliente. El aspecto más importante de las relaciones humanas parte del propio ser. Lo que distingue a todos los enfoques terapéuticos posmodernos es una nueva definición y perspectiva del propio ser (self).

En realidad esto me hizo sentir muy cómoda y, finalmente, era un modo de comportamiento coherente con su teoría. Si cada uno es experto en su propia vida, en definitiva, todos los que participábamos éramos expertos, entonces estábamos en igualdad de condiciones, como estamos siempre en todas las circunstancias de la vida, con todas las personas…sólo que a veces hemos tenido el atrevimiento de creer que estamos por encima de alguien.

Todo esto me llevó a replantear mi lugar en el consultorio y dentro de casa donde a veces las actitudes son competitivas (en donde sólo uno gana), y no cooperativas o colaborativas (en donde ganamos todos). E inclusive me acordé de una vez que una paciente había ingresado al consultorio por primera vez y me estaba contando su florida sintomatología ansiosa, entonces yo corté su discurso diciendo: “No se preocupe, ya la entendí,”, sin permitirle que continúe con su explicación acerca de su padecimiento.

Lo que pasó fue que yo rápidamente la pude incluir dentro del diagnóstico de “Trastorno por estrés postraumático”, entonces se suponía que ya sabía cuáles eran los pasos a seguir, por lo tanto no necesitaba que me siga relatando sus síntomas.

Hoy me acuerdo de aquel suceso y siento vergüenza.

Por una lado y principalmente, siento vergüenza por no haber permitido hablar a una persona cuando lo estaba necesitando; por otro lado, vergüenza de haberme quitado la oportunidad de escucharla, porque aunque tuviera claramente un diagnóstico en mi cabeza, no pude darme cuenta de que cada persona es única, y su caso tiene características particulares, yo rápidamente lo había incluido dentro de una bolsa en la que había un montón de casos iguales, y en tercer lugar, vergüenza por haber mostrado que lo que yo tenía para decir era más importante que lo de ella. Y creo que para mí, esa fue la mayor vergüenza.

Y, volviendo al tema de las jerarquías, comencé a preguntarme qué está pasando con nosotros, en nuestras familias, entre los amigos, entre los esposos, entre los médicos con sus pacientes, los padres con sus hijos, los vendedores con los clientes, los gobernantes con los ciudadanos, los jefes con los empleados, es decir, en todas nuestras relaciones significativas y vitales, ¿qué nos está pasando que salimos desconformes? ¿por qué no nos sentimos escuchados y valorados?

Honestamente, yo creo que tiene que ver con una cuestión relacionada con el mal uso del poder, de la jerarquía.

Estoy segura que cuando uno cree ser mejor, saber más, poder más, se va alejando de las relaciones sinceras, cercanas, cotidianas, modestas, y se comienza a crear una distancia en las realidades de cada lado, que parecen murallas chinas, que marcan claramente un lado y el otro.

En Playa he descubierto que ese saco de la jerarquía y del poder, a mi no me cabe, y que el saco de la igualdad me hace sentir mucho más cómoda y, además, hago sentir también más cómoda a la gente con la que me relaciono, porque no importa tanto cuál o cuánto sea su saber o su experiencia, importa mucho más que es una persona única con saberes y experiencias únicos, y que valen simplemente porque son suyos, con el mismísimo valor que los míos y los de cualquier otra persona que pise esta tierra

Confieso que, por primera vez en mi vida profesional, sentí que había encontrado un alma gemela. Alguien que concebía la posición del terapeuta, el proceso de la terapia y el sistema terapéutico exactamente como yo lo concebía.

Con Ana D’urso y Celina Viñuales hemos formado un equipo terapéutico en el Hospital Carrillo de Yerba Buena donde trabajamos con familias, parejas e individuos. Ana conduce las sesiones y en cada intervención tiene la generosidad de preguntarnos qué pensamos y si queremos aportar algo. Celina a veces interviene ofreciendo sus aportes pero yo jamás lo había hecho porque pensaba: “¿qué puedo yo aportar que sea más interesante, novedoso o brillante de lo que Ana dijo?” Lógicamente que siendo coherente con este pensamiento, mis aportes eran nulos.

Actualmente, comprendí que a veces contar una experiencia similar con la cual el paciente se pueda identificar, alguna palabra no genial pero sincera, o un punto de vista alternativo puede ser más útil para el paciente que una gran interpretación o una brillante devolución. A partir de entonces, opino con mucho gusto y no importa si mi intervención es perfecta o no, sólo importa que le sea útil al consultante y eso es algo que no puedo manejar, definir ni determinar. Uno nunca sabe lo que el cliente puede tomar de lo que uno aporta, esta idea permitió liberarme y soltar una creatividad que no conocía en mí.

He podido integrar el profesional y el ser humano dentro de mí. Y he podido experimentar mi vida personal y profesional con alegría y libertad, entendiendo que ningún conocimiento es “el verdadero conocimiento”, sino un conocimiento más dentro de los que he incorporado y que seguiré incorporando a lo largo de mi vida, y que éste sólo tiene sentido dentro de una relación terapéutica, que sea significativa, que este signada por el respeto más absoluto y que me brinde la oportunidad de reflexionar para generar nuevas posibilidades.

Este es mi tesoro…lo he encontrado cerca del mar y lo quiero compartir con ustedes.

Gracias

PILAR PADILLA

Tucumán, Argentina

Charla de una psicologa Chilena sobre Género...Interesante!

martes, 1 de junio de 2010

| | | 0 comentarios

De las Terapia Familiar a las Historias: Un Relato de Vida Por Sylvia London

| | | 0 comentarios


De lo familiar a lo novedoso, Gregory Bateson

El presente relato tiene el objetivo de invitar al lector a un viaje por el mundo de la terapia familiar, tal y como se conceptualizaba y se enseñaba en los años 80’s. La narración se construye desde la mirada de una terapeuta que a lo largo del camino adopta la polifonía y la crítica posmoderna mantiene las ideas que sustentan la teoría de la comunicación humana y la metáfora sistémica.

Un encuentro fortuito

Mi primer contacto con las ideas que ahora sé que son parte de la Terapia Familiar sucedió cuando estudiaba la licenciatura en Psicología Organizacional en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, en la materia de entrevista; nuestro profesor Armando Córdova, nos invitó a leer el libro de Paul Watzlawick, Teoría de la Comunicación Humana, texto que cambiaría mi forma de ver el mundo y las relaciones humanas. Al terminar de leer el libro, le escribí una carta a Paul Watzlawick al MRI, preguntándole: ¿Cómo hago para saber más de esto?; amablemente me contestó diciendo que desgraciadamente en el MRI no se ofrecía más que entrenamiento para personas que ya tenían estudios de maestría, me sugería que hiciera un maestría en Psicoterapia, Counseling o Terapia Familiar y que lo contactara en unos años.

En 1982, inicié una maestría en Counseling en Lesley College, Cambridge Massachusetts, en ese entonces mi interés era entrenarme como terapeuta de grupo. Al escoger mis materias, corría el rumor en el departamento de que el maestro de grupos no era bueno, por lo que decidí estudiar la materia de Terapia Familiar, desde la idea de que la familia es un grupo, lo que me permitiría transpolar los conocimientos para ser terapeuta de grupo. Ese primer semestre fue un descubrimiento importante, leí por primera vez los trabajos de Salvador Minuchin, James Framo, Murray Bowen, Virginia Satir, Von Bertalanfi, Bateson, Haley, etc. Las ideas con las que me encontraba, me parecían superficiales y vagas, un poco mágicas y tramposas, lo que me hacía preguntar: ¿Será posible lograr cambios cambiando el sistema?

¿Será el destino?

Desconócete a ti mismo, Humberto Maturana

Durante el siguiente semestre tomé una materia de psicología del adolescente y dentro del programa había una vez más ideas que se derivaban de la teoría de sistemas y de la terapia familiar. El trabajo final era en equipo y se solicitaba una sesión de familia en “rol play”, poniendo en práctica los principios de la terapia estructural y estratégica. En mi equipo yo fungí como terapeuta y el comentario del maestro al terminar la sesión fue: “Tu comodidad crea incomodidad, parece que naciste para hacer este tipo de terapia”. Como parte de mi maestría se requería un internado clínico de 1000 horas de trabajo a lo largo del año. Afortunadamente, mi asesor me contactó con una clínica en las afueras de Boston, donde estaba, en sus palabras “la mejor supervisora que he tenido en mi vida”, la contacté e inicié mi internado en Community Counseling Center of Blackstone Valley, Inc. (CCC), una clínica que daba servicio a 11 pueblos de la zona Oeste del estado y que me ofreció un laboratorio para poner en práctica mis ideas y conocimientos durante el segundo año de la maestría y los siete años que laboré en esa institución.

El trabajo en CCC en los 80’s era un trabajo terapéutico de acuerdo a los modelos de Child Guidance Clinic (Clínica de Guía para niños) en los que se trabajaba principalmente con los niños en terapia individual y con sus padres, primordialmente la mamá, en consultoría. Con los conocimientos de Terapia Familiar recién adquiridos empecé la tarea de llevarlos a la práctica en este contexto, que afortunadamente me daba la libertad de experimentar con las ideas y con mi desarrollo como profesional.

Seguí el camino…

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Antonio Machado

Al terminar la Maestría en Counseling Psychology (Consejería) decidí que el camino a seguir era un entrenamiento formal como terapeuta familiar. Asesorada por mi consejero de la maestría llegué al Family institute of Cambridge en 1984. En la entrevista conocí a Sallyann Roth, e inicié el entrenamiento en su grupo teórico. En ese entonces, Sallyann acababa de regresar de un curso de verano en Italia con el Equipo de Milán (Selvini, Prata, Cecchin y Boscolo) y estaba realmente entusiasmada con las ideas y las prácticas que había aprendido y experimentado con ellos. Dejó su programa de lado, y empezamos a trabajar con teoría de sistemas y preguntas circulares como una forma de deshacer la paradoja que informa el doble vínculo que mantiene al síntoma; esto me pareció realmente excitante e interesante. Por otro lado, la supervisión clínica estaba a cargo de Caroline Marvin, quién me dio las herramientas y la disciplina para llevar a cabo un trabajo estructural (Minuchin, ). Desde esta perspectiva, utilizaba genogramas y descripciones precisas de las secuencias conductuales que mantienen al síntoma, así como la descripción de la estructura familiar en términos de poder, alianza, vínculos y coaliciones. La elaboración sistemática de mapas familiares me ayudó a disciplinar mi cerebro y a generar una estructura de trabajo que podía llevar con claridad y confianza a los casos que atendía en la clínica. Presenté muchos casos y escuché muchos otros, el grupo era de 8 personas y cada semana presentábamos dos casos clínicos basándonos en un modelo de presentación ordenado y organizado que nos proveía la supervisora.

Una voz diferente…

La Diferencia que hace la diferencia, Gregory Bateson

El segundo semestre, tuve un cambio de supervisión, ahora me encontraba ante Rick Lee, Rick era conocido en el medio de la Terapia como el terapeuta que establecía los contratos de trabajo más claros y precisos. A diferencia de la supervisión con Caroline que era narrada, en este nuevo espacio de supervisión, el trabajo se realizaba con las familias en vivo. El formato de trabajo, que ahora resulta familiar y común para cualquier terapeuta familiar, ya que estamos 25 años después, era que el supervisor con alguno de los alumnos entrevistaba a la familia, mientras el resto del grupo observaba la entrevista escuchando respetuosa y silenciosamente en una esquina del mismo cuarto. Al finalizar la entrevista, Rick nos pedía que compartiéramos nuestras ideas con la familia, una práctica que ahora encontramos y estructuramos a través del trabajo de los Equipos de Reflexión iniciados por el psiquiatra noruego Tom Andersen, (Andersen, 1987), en 1984; ésta práctica era realmente poco común y se podría calificar de exótica. La manera como Rick Lee manejaba el tiempo, el espacio y el discurso me ayudaron a aprender a escuchar de una forma diferente, además me obligaron a aprender qué hacer con mis ideas y mis inquietudes frente al cliente cuando estoy escuchando pero no participando de una forma activa en la sesión. Otra virtud en el trabajo de Rick Lee, era la presencia de cámaras de video que filmaban tanto el proceso terapéutico como la manera como compartíamos nuestras ideas.

Recuerdo que durante 1984-85 la supervisión de Caroline Marvin desde una postura estructural me pareció mucho más útil y educativa. Ahora 25 años después, y gracias a la oportunidad de llevar a cabo esta reflexión de mi historia como terapeuta y de mi aprendizaje, puedo ver que la supervisión con Rick Lee sentó las bases para el trabajo diverso, plural y de múltiples voces en el que me encuentro ahora.

Y seguimos caminando…

El límite de mi mundo es el límite del lenguaje, Ludwig Wittgenstein

Sigamos con la historia, al terminar ese primer año en el Instituto, Sallyann Roth me invitó a participar en el Primer Entrenamiento en Terapia Sistémica, entrenamiento que era solo por invitación y en el que participé como asistente de investigación. El ser asistente de investigación me dio la oportunidad de trabajar con Sallyann en el diseño del programa, la selección de las lecturas y la edición de los videos de entrenamiento. El programa, único en Boston, reunía a los maestros pioneros en la Terapia Sistémica de Milán, interesados en poner en práctica las ideas de Bateson (1979) y Maturana (1996) y las prácticas clínicas de Milán basadas en el uso de las preguntas circulares, la teoría del doble vínculo y la aplicación de intervenciones basadas en la Paradoja y la Contra-paradoja, (Selvini Palazzoli, et al 1988).

El curso nuevamente contaba con una parte teórica impartida por Sallyann Roth, Kaeta Weingarten, Harlene Anderson y Mary Jane Ferrier y una parte clínica en la que nos dividíamos en sedes clínicas de seis alumnos. Yo me sentía afortunada en mi sede clínica, ya que además de tener de supervisora a Sallyann con la que trabajaba muy a gusto, participaba en nuestra sede como co-supervisora Mary Jane Ferrier, que acababa de llegar de Calgary de entrenarse con Karl Tomm, terapeuta que se conocía como el traductor del trabajo de Milán. Nuestro equipo era extraordinario, trabajábamos con familias siguiendo estrictamente la propuesta de Milán, diseñando intervenciones que contenían descripciones y prescripciones, hacíamos pre-sesiones de análisis, recesos a la mitad de la sesión para el diseño de la intervención y finalmente la entrega teatral de la intervención al estilo de Mara Selvini . La teoría que informaba nuestro trabajo nos ayudaba a analizar los resultados desde una propuesta de cambio de primero y segundo orden, tal como lo describía la teoría de sistemas. En ese entonces, yo tenía dos tareas en mi aprendizaje: Aprender a hacer preguntas circulares de todo tipo en las que se establecieran conexiones y diferencias (Bateson, (1979) que ”relajaran” la secuencia conductual en la que se encontraba insertado el síntoma, y segundo, aprender con maestría y precisión lingüística el diseño de las intervenciones basadas en las contra-paradojas que finalmente resolverían la paradoja. El trabajo era realmente excitante y apasionante, además como asistente de investigación tenía la tarea de editar los videos, buscando la intervención para la enseñanza de la técnica. Selvini Palazzoli, (1980, 1988), Penn, (1982, 1985),

Mientras yo estaba en este grupo, en otra sede clínica del otro lado del hospital, se encontraba el grupo de estudiantes cuya supervisora era Harlene Anderson. La manera como estaba organizado el entrenamiento, nos daba la oportunidad a los alumnos de convivir durante unas horas, que utilizábamos para comer juntos. Durante ese espacio compartíamos nuestras experiencias teóricas y clínicas. Los primeros cuatro meses del entrenamiento, nuestro grupo hablaba de forma muy elocuente acerca de lo que estábamos aprendiendo en cada sesión, los miembros del grupo de Harlene nos escuchaban y compartían muy poco acerca de su experiencia. En Enero, después de cinco meses de entrenamiento los estudiantes del otro grupo, que habían estado callados empezaron a comentar lo siguiente: “No sé que hace esta mujer, pero los pacientes están muy contentos”, “no sé que hace esta mujer, pero los pacientes no faltan y llegan a tiempo” “no sabemos lo que hace, pero parece como que los problemas desaparecen”….por primera vez en los cinco meses el grupo de Harlene hablaba de su experiencia clínica como algo útil y sorprendente, esto produjo una enorme curiosidad de saber lo que pasaba en la otra sede clínica en la que aparentemente no pasaba nada.

Me gustaría enfatizar que esta experiencia sucede en 1985, tres años antes de la publicación de “Los Sistemas Humanos como sistemas lingüísticos” artículo en el que Harlene Anderson y Harold Goolishian (1988) plasman los principios de lo que ahora llamamos Terapias Colaborativas Posmodernas. Los alumnos del grupo de supervisión de Harlene no tenían aún lenguaje, ni un marco conceptual para describir lo que ahora llamamos “la postura de no conocer”, las relaciones colaborativas y las conversaciones dialógicas informadas desde el multi-verso, la curiosidad, la tentativita y la incertidumbre, que ofrecen teorías como la crítica posmoderna y la construcción social. Pasarían doce años antes de que Anderson publicara su libro: Conversación Lenguaje y Posibilidades, Anderson (1997), en el que nos presenta la pregunta que actualmente guía mi trabajo:

¿Cómo crear el tipo de conversaciones y relaciones que invitan a los participantes a acceder a su creatividad para generar en conjunto posibilidades donde parecían no existir?

Regresemos a 1985 y las ideas que informaban la Terapia Familiar en ese entonces. Terminé el Entrenamiento en Terapia Sistémica e ingresé a colaborar con un grupo que se llamaba “ the stuck clinic” (Clínica de casos atascados). Nos reuníamos una vez al mes a dar consultoría a terapeutas que encontraban dificultades en el manejo de sus casos clínicos. Como el nombre lo indica, las metáforas que guiaban nuestro trabajo seguían siendo físicas, los casos los veíamos como “atascados” y el trabajo provenía de la teoría de sistemas. En eso años, empezamos a movernos lentamente de las intervenciones hacia los significados, del trabajo de Mara Selvini y Giulana Prata hacia las ideas de Gianfranco Cecchin (1987) que veía el trabajo centrado en las preguntas y la conversación, en lugar de la intervención. Durante todo este tiempo, yo seguía trabajando como terapeuta en CCC. Mi trabajo obedecía la postura clínica y epistemológica de la Escuela de Milán, veía familias una vez al mes y me concentraba en la construcción de paradojas y contra-paradojas. Dada la estructura organizacional de la Institución y la definición de puesto del terapeuta, para poder cumplir con mi modelo de trabajo de ver a las familias una vez al mes, tenía que llevar cuatro veces más casos que mis colegas que seguían trabajando con un modelo terapéutico tradicional de sesiones de una vez por semana. Además, mi forma de trabajo retaba el sistema de cobro de la Clínica, ya que la computadora estaba programada para dar de baja a los casos que no se habían visto en un mes, para no tener que agobiarme con exceso de papeleo citaba a las familias de manera que el sistema no las diera de baja. Resulta importante para mi comentar este punto, para enfatizar cómo la filosofía informa a la epistemología, la cual forma una teoría, una práctica y una técnica, que retan a los sistemas de trabajo y de cobranza para el manejo de una institución.

La forma de trabajo que yo prefería resultaba extraña para mis colegas, hasta que en 1986 empezaron a haber cortes importantes de presupuesto para prestar servicios de salud mental. El número de sesiones de terapia pagadas por el estado se redujo de forma dramática y las instituciones prestadoras de servicio, así como los terapeutas se vieron obligadas a encontrar forma más breves y eficaces de resolver problemas. Fue a partir de entonces que creció el interés por incluir modalidades como la del MRI, Terapia Breve Centrada en el Problema, Terapia Centrada en Soluciones, o Terapias Sistémica, ese fue el principio de mi carrera como docente, entrenando a mis colegas en formas breves de ofrecer servicios terapéuticos. O´Hanlon (1991), De Shazer, (1985 ), MRI.

Los procesos polifónicos y reflexivos desde la postura de “no conocer”: Una anécdota

No pienses, sino mira. Ludwig Wittgenstein

En 1986, me solicitaron en la clínica facilitar como terapeuta un grupo para padres de adolescentes delincuentes, la participación en el grupo era obligada por el estado. Como terapeuta, no tenía experiencia en trabajo de grupo, ni en trabajo con padres. Pensé qué podría hacer para facilitar el grupo de manera que no se notaran mi nerviosismo y falta de experiencia; lo que se me ocurrió hacer, dadas las circunstancias fue entrevistar cada semana a un padre, madre o pareja en relación a la situación familiar y las dificultades que vivían con su hijo, así como los intentos de solución. Terminada la entrevista, pedía a los padres del grupo que ofrecieran desde su experiencia, ideas que les pudieran ser útiles en la crianza de estos chicos. Para mi sorpresa el proceso conversacional y relacional que se generó a partir de éste formato, permitió a los padres ofrecer ideas que otros encontraron útiles, además de la posibilidad de pensar juntos acerca de las posibles soluciones a los dilemas en cuestión. Transcurrieron las 10 sesiones y los padres encontraron en el grupo un espacio de reflexión y apoyo ante su situación; el grupo obligatorio terminó y los participantes continuaron en un grupo de padres por algún tiempo, siguiendo el mismo formato. Esta experiencia terapéutica no la compartí con mis colegas y supervisores por miedo a ser criticada y reprendida, la narré por primera vez en el articulo El Equipo de Reflexión que escribí con Elena Fernández y Margarita Tarragona para la publicación del libro El Equipo Reflexivo en México de la serie Voces y más voces, Editorial Alinde (2002).

En 1988, un año después tuve la oportunidad de ver trabajar por primera vez a Tom Andersen y ver la operacionalización clínica de los procesos reflexivos, su taller me dio la oportunidad de ponerle nombre y teoría a una práctica que yo había encontrado útil y que había desarrollado desde la necesidad de ofrecer un servicio clínico para el que no sabía qué hacer (no conocer). A partir de su visita, creció en mi el interés por leer e investigar acerca de las ideas que informan su trabajo, me remití nuevamente al trabajo de Anderson y Goolishian (1988, 1997) y finalmente a los escritos de Gergen (1991, 1992, 1999),Shotter (1996,) el trabajo clínico de Michael White y David Epston (1984) y otros autores informados desde la Narrativa y el post-estructuralismo. Pakman (1996)

En 1990 regresé a México en busca de una comunidad profesional y colegas con los cuales pudiera seguir creciendo, así como instituciones educativas y alumnos con los cuales pudiera compartir mis ideas e inquietudes académicas. Empecé trabajando como docente en El Instituto Mexicano de Terapia Breve, luego en la Maestría de Terapia Familiar de la Universidad de las Américas, colaboré unos años en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la facultad de Psicología al lado de Gilberto Limón y el proyecto de maestría en Construcción Social. Desde 1993 colaboro como docente de la Maestría en Terapia Familiar de la Universidad del Mayab en Mérida Yucatán y es a partir de los alumnos de ésta Universidad que en 1998 se funda el Instituto Kanankil (“En Conversación”, en Maya) afiliado y apoyado por Grupo Campos Elíseos.

Grupo Campos Elíseos

En 1998, Elena Fernández, Margarita Tarragona y una servidora fundamos Grupo Campos Elíseos, un Instituto privado e independiente, afiliado al Houston Galveston Institute, en Houston Texas. El Instituto se funda con la idea de ofrecer entrenamiento, consultoría y supervisión a un grupo de colegas inquietos, interesados en experimentar con ideas de posmodernidad, narrativa y construcción social. Los colegas interesados eran en su mayoría terapeutas familiares sistémicos que buscaban teorías que a través de los significados y la re-autoría les permitieran enriquecer sus prácticas clínicas. En 2010, doce años después, la mayoría de los programas de Terapia Familiar en México incluyen en sus entrenamientos ideas que provienen de éstas teorías y prácticas clínicas. Nosotros en Grupo Campos Elíseos, seguimos ofreciendo grupos conversacionales basados en “conversaciones y relaciones que generan posibilidades”

A manera de conclusión

Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río y otra persona. Heráclito

Como terapeuta, docente, consultora y coach sigo siendo fiel a mis orígenes de terapeuta familiar. Escogí narrar la historia de mi relación inicial con la Terapia Familiar con el objeto de incluir en éste libro la emoción de haber participado en un proceso de transformación desde sus orígenes y enfatizar la controversia que las ideas han creado a través de los años. Además, es una pregunta que los alumnos me hacen con frecuencia en los diferentes grupos de entrenamiento que visito.

Agradezco la invitación que me han hecho Patricia y Rosario para revisitar las ideas y compartir con los lectores mis experiencias, con el objeto de mantener viva la historia de las ideas, conocer de dónde vienen, cómo se construyen y eventualmente, se deconstruyen .

Referencias

A manera de bibliografía comparto la lista de algunos de los textos que me han acompañado y han sido significativos para mí a lo largo del camino.

Andersen, T. (1987) The reflecting team dialogue and meta-dialogue in clinical work, Family Process, 26: 415-428

Anderson, H. & H. Goolishian (1988) Human Systems as Linguistic Systems: Preliminary and Evolving Ideas about the Implications for Clinical Theory, Family Process 27: 371-393. (Versión en castellano)

Anderson, H. (1997) Conversation, Language and Possibilities, Basic Books. San Francisco.

Bateson, G. (1979) Mind and Nature, Bantam Books, N.Y.

Cecchin, G. (1987). Hypothesizing, circularity and neutrality: An invitation to curiosity. Family Process, 26 (4), 405-413.

Dell, P. (1985) Understanding Bateson and Maturana, JMFT., Vol 11, 1, 1-20

De Shazer (1985) Keys to Solutions in Brief Therapy, Norton.

Gergen, M & McNamme (1999) Relational Responsibility, Sage.

Gergen, K. y S. McNamme (1992) Therapy as Social Construction, Sage, en español Terapia como Construcción social, Paidos.

Gergen, K., (1991) The Saturated Self., Basic Books. U.S.A, (version en espanol: El Yo Saturado, Paidos.)

Haley, J. (1986) Las tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos.Editorial Paidos, Barcelona.

Hoffman, L.,(1981) Fundamentos de la terapia familiar., F.C.E., Mexico.

O’ Hanlon, W & Weiner- Davis (1989) En Busca de Soluciones, Paidos.

Minuchin, S. et al.(1967) Families of the Slums, Basic Books.

Pakman, M. comp.(1996) Construcciones de la experiencia humana, Gedisa, Barcelona

Penn, P. (1982). Circular questioning. Family Process, 21, 267-280.

Penn, P.(1985). Feed forward: Future questions, future maps. Family Process, 24 (3), 299-310.

Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G. y Prata, G. (1980). Hypothesizing, circularity and neutrality: Three guidelines for the conductor of the session. Family Process, 19 (1), 3-12.

Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G. y Prata, G. (1988). Paradoja y Contraparadoja. Espana: Paidos.

Watzlawick,P., Beavin J., Jackson, D. (1967) Pragmatics of Human Communication, Norton. ( en español Teoría de la Comunicación Humana)

White, M. & D. Epston ( 1984 ) Medios narrativos para fines terapéuticos, Paidos.

El Equipo Reflexivo: Diálogo y Meta-Diálogo en el Trabajo Clínico TOM ANDERSEN, M.D

| | | 0 comentarios


Un sistema “atascado”, esto es, una familia con un problema, necesita nuevas ideas para ampliar sus perspectivas y sus premisas contextuales. En este acercamiento, un equipo detrás de una pantalla unidireccional (one-way screen) observa y escucha la conversación de un entrevistador con los miembros de la familia. El entrevistador, con el permiso de la familia, pregunta después a los miembros del equipo acerca de sus percepciones de lo sucedido en la entrevista. La familia y el entrevistador observan y escuchan la discusión del equipo. Después el entrevistador pide a la familia que comente sobre lo que escucharon. Esto puede suceder una o varias veces durante una entrevista. En este artículo, primero describiremos la manera en que entrevistamos a la familia porque la entrevista es la fuente desde la que fluyen las reflexiones. Describiremos y ejemplificaremos después la manera de trabajar del equipo reflexivo (reflecting team) y daremos algunas directrices debido a que el proceso de observación tiene una tendencia a magnificar cada expresión. Ejemplos de dos casos serán utilizados para ilustrar.

Fam Proc 26:415 -428, 1987.

Hace varios años estábamos supervisando a un entrevistador familiar joven que se veía repetidamente atraído hacia el pesimismo de la familia a la que estaba entrevistando. Las tres personas que estábamos observando desde detrás de la pantalla lo llamamos tres veces para sugerirle preguntas más optimistas, pero cada vez la familia lo llevaba de regreso al pesimismo. Sabíamos que había un juego de micrófonos y bocinas en ambas habitaciones y le preguntamos si les gustaría a la familia y al entrevistador escucharnos a nosotros tres hablar. La iluminación y el sonido se cambiaron y la familia y el entrevistador observaron y escucharon al equipo reflexionando de manera más positiva acerca de la familia. El sonido y la iluminación fueron cambiados de nuevo y la entrevista familiar continuó de manera más optimista. Luego, cuando discutimos esta innovación, fue sorprendente cómo a todos les agradó el proceso de reflexionar. A la familia le gustó; al entrevistador le gustó y al equipo reflexivo le gustó; y a todos los que les hablamos acerca de él les gustó. Así es como empezó el “equipo reflexivo”.

LOS ANTECEDENTES DE NUESTRO TRABAJO

Como Arthur Koestler (7) apuntó en su libro El Acto de la Creación (The Act of Creation): “[el acto creativo] no crea algo de la nada; descubre, selecciona, remodela, combina, sintetiza hechos, ideas, facultades y habilidades ya existentes. Mientras más familiares son las partes, más llamativo es el todo” (p. 120). De acuerdo con esta observación, las principales contribuciones a nuestro modo de trabajo han sido los escritos de Gregory Bateson y Humberto Maturana (1-2, 6, 8, 9, 15) y nuestras observaciones de ciertos terapeutas familiares trabajando con familias. Estos terapeutas son miembros del equipo de Milán en Italia, del Instituto Ackerman en Nueva York, y del Instituto Familiar Galveston (Galveston Family Institute) en Texas. Lo que nos impresionó más fue el cuidado y el respeto genuino que estos equipos mostraron por la integridad de estas personas con las que hablaban.

Nuestro interés en los escritos de Bateson y Maturana se enfocó ante todo en lo que escribieron acerca de la epistemología. Ambos estaban de acuerdo en que es el observador el que genera las distinciones que llamamos “realidad”. La imagen de uno acerca de o el conocimiento acerca del mundo será la base para la actitud de uno hacia él. Debido a que las personas que experimentan el mismo mundo “allá afuera” hacen diferentes imágenes del, los problemas surgirán cuando debatan sobre cuál imagen es correcta: o la tuya o la mía. Maturana habla no del universo, sino del multiverso (multiverse) – los muchos posibles significados que constituyen nuestros muchos mundos posibles. Es por esto que él pone la palabra “objetividad” entre paréntesis. Él quiere decir, me parece, que uno debe pensar sobre la imagen y su explicación más en términos de ambas-y (both-and) o “ni una ni otra” (neither-nor), y dejar afuera el “o una u otra” (either-or).

Un sistema vivo compuesto por dos o más personas permite la posibilidad de compartir imágenes y explicaciones. Cuando dos personas comparten sus perspectivas, cada una recibe de la otra diferentes versiones de “la realidad”. Estas diferencias darán nuevas perspectivas a la imagen de cada persona, y las imágenes enriquecidas creadas a partir de estas continuas diferencias pueden volverse, como Bogdan (5) lo llama, una ecología de ideas. Estos intercambios, de los cuales uno puede difícilmente escapar, hacen de la vida un proceso continuo, cambiante.

Como yo entiendo a Maturana (8), él dice que las entidades vivas están “determinadas estructuralmente”. Esto es, pueden operar sólo fuera dey de acuerdo con la manera en que están construidos. En un sistema de dos o más personas, el intercambio entre ellos debe respetar el hecho de que las personas deben permanecer en la manera en que son. Esto aplica también a la relación entre grupos de personas, por ejemplo una familia en problemas y un equipo de ayuda. Ambos grupos deben reconocer la necesidad del otro para conservar su patrón de relaciones en curso. Cada sistema vivo está organizado como un sistema autónomo, y sólo el sistema mismo sabe cómo y cuándo está listo para cambiar su estructura, o cuándo está listo para desintegrarse y dejar de existir. Una parte, ya sea un grupo o una persona, debe tener en cuenta que la otra parte sólo puede participar a través de uno de los modos de relacionarse que ya esté disponible en su repertorio. Si la relación entre las partes es lo suficientemente “segura”, no intrusiva, interesante, los intercambios mutuos que traen nuevas ideas pueden provocar nuevos modos de relacionarse.

De acuerdo con Maturana (9), hay tres maneras de fomentar la variedad, el cambio y la atención en observar en una relación. Una es a través del amor. Otra es volverse un “extranjero” que, debido a antecedentes diferentes, puede agregar una nueva y emocionante versión del mundo a la que el sistema tenía antes. La tercera posibilidad es que uno puede retraerse en la soledad por un tiempo, lo que nosotros en el norte de Noruega hacemos cuando desaparecemos en las montañas y regresamos como un extranjero “pequeño”.

Bateson señala la importancia de compartir diferentes versiones del mismo mundo. Una versión diferente influye en la actitud de la persona hacia ese mundo y lo hace diferente de cómo era antes. En un entorno de terapia, esto significa que las nuevas versiones presentadas al sistema atascado lo alejan del punto inmóvil y lo mueven alrededor del problema. Al considerar la declaración de Bateson (1) de que la información “es una diferencia que hace una diferencia” (p. 453), descubrimos que era importante el diferenciar entre tres tipos de diferencia. La primera es una diferencia que es demasiado pequeña para ser notada por el destinatario. La segunda es una diferencia apreciable, lo que significa que es lo suficientemente grande para ser notada. La tercera es una diferencia que es demasiado grande y que puede tener un efecto desorganizador en el sistema. En tales casos, el sistema a menudo se cierra a aquellos que intentarían implementar tal diferencia. De consideraciones como estas han surgido algunas directrices generales y algunos pasos más pequeños, guiados por nuestro trabajo.

PRINCIPALES DIRECTRICES DE TRABAJO

Primero, un sistema que está detenido contiene muchas igualdades (samenesses) que se repiten (16) y muy pocas diferencias nuevas. Un ayudante debe básicamente respetar la igualdad porque ésta representa dónde y cómo está y debe estar el sistema actual. En términos prácticos, significa que el equipo de ayuda debe encontrar un entorno no muy inusual para hablar acerca de cuestiones no muy inusuales de manera no muy inusual. Es importante respetar la resistencia del sistema atascado a aquello que es muy inusual. La única manera de saber si uno está en el lado correcto de esta frontera es el ser sensible a las señales que el sistema mismo nos de cuando se cierra a nuestras preguntas. Así que debemos dejar nuestra imaginación volar libremente, pero no demasiado libremente, para encontrar preguntas que sean lo suficientemente diferentes pero no demasiado diferentes de aquellas que el sistema usualmente se hace. Segundo, la estructura principal de la entrevista es una oscilación entre tres niveles que han sido descritos por Blount (4). Uno es llamado el nivel de imagen (picture-level), otro el nivel de explicación (explanation –level) y otro el nivel alternativo (alternative-level). Me gusta representar esta estructura de acuerdo con el esquema posterior (ver Figura 1).

FIG. 1. Intercambio de descripciones de la imagen, explicaciones del problema y descripciones alternativas.

Dependiendo de acerca de qué estén dispuestos a hablar los miembros de la familia, comienzo a hacer preguntas o a dibujar mi propia imagen sobre su imagen, matizada, por supuesto, de acuerdo a mi epistemología. Supongo que mi cuestionamiento evocará nuevas y diferentes preguntas que provocarán nuevas preguntas, lo que esperemos creará un una imagen mas amplia y más elaborada para ellos y para mí mismo.

Después les pregunto qué explicación tienen para su imagen. Al rastrear la evolución de su imagen a lo largo del tiempo, a menudo se vuelve claro que la cuestión problemática ha cambiado, lo que sugiere que podría variar también en el futuro. Uno puede entonces hacer apropiadamente algunas preguntas hipotéticas acerca del futuro del tipo acerca del que Penn (12) ha escrito. Estas preguntas, que uno puede usar sólo si la familia no cree que el futuro está predeterminado, toman la forma de preguntar si hay algún cambio que cualquiera quisiera hacer en su imagen, y después preguntar cuáles serían las consecuencias si eso ocurriera. Uno puede preguntar también qué pasaría con las situaciones incluidas en la imagen si otra explicación para la imagen surgiera.

Acercamientos alternativos como este pueden proporcionar respuestas alternativas para situaciones problemáticas, así como permitir más flexibilidad en el proceso de pensamiento de la familia. El equipo detrás de la pantalla, además de hacer sus propias imágenes, explicaciones y alternativas, tendrá la posibilidad de pensar acerca de cómo los miembros de la familia dibujan sus imágenes, cómo las explican y cómo ellos inventan alternativas. El entrevistador puede, como ya se sugirió, cambiar de una pregunta “¿qué es?” (imagen) a una pregunta de meta-nivel “¿cómo es que?” (explicación).

Uno debe tomar en cuenta que nunca habrá dos familias que salgan de la “parada”, un punto inmóvil, de un problema a la misma velocidad. El cuestionamiento circular inventado por el equipo de Milán (11, 13) se introduce de acuerdo qué tan lista está la familia para ello. El énfasis fuerte del grupo de Milán en la neutralidad y su cuidado en evitar una connotación negativa también se usa en nuestro trabajo. Estos dos aspectos del trabajo son considerados necesarios para que la familia se mueva hacia una meta-posición en relación con ella misma.

Pequeños Pasos Guiados

Los pasos mencionados abajo pueden seguir una secuencia diferente en la sesión porque pueden ser tomados cuando parezca natural.

Observar las Aperturas para la Conversación

Cuando la situación problemática es sacada a relucir por la familia, puede haber algunas expresiones marcadas o expresiones de emoción. Si esto ocurre, uno debe detenerse un poco y dejar a la familia atener la oportunidad de profundizar en estas emociones porque son significativas y pueden llevar hacia el “centro” del problema.

Qué tan inusual es el escenario

Dos de los miembros del equipo se reúnen primero con la familia para explicar el escenario, a saber, que preferirían trabajar con una pantalla unidireccional y un equipo. Este procedimiento permite a la familia el evitar tal escenario si es muy inusual y continuar sólo con los dos terapeutas.

Historia de la Decisión para Buscar Ayuda

Todos en la familia están atrapados entre dos deseos: hacer un cambio y no hacer ningún cambio. Algunos pueden inclinarse hacia un extremo del continuum, algunos hacia el otro, puede haber una persona que sea extremadamente recelosa del cambio. Con esta persona es importante mantener contacto porque esa persona está a cargo, se podría decir, de conservar el status quo de la familia. Él o ella debe ser revisado con frecuencia o consultado para valorar si la discusión está dentro de límites seguros.

Algunas de nuestras preguntas son: “¿Quién fue la persona que tuvo primero la idea de venir aquí?” “¿A quién consultó esta persona primero? ¿A quién después?” “¿Quién estuvo más contento con la idea? ¿Quién fue el más reservado?” “Si la persona que primero presentó la idea no lo hubiera hecho, ¿alguna otra personas lo habría hecho?” “¿Quiénes de ustedes hablaron entre ustedes más acerca de la reunión antes?” “Cuando se levantaron esta mañana, ¿quién tenía más ganas de venir?” “¿Qué esperaban lograr con esta reunión?”

El Problema

Las siguientes preguntas pueden ser hechas acerca del problema: “¿Cuál es el problema o problemas?” “¿Quién está de acuerdo o en desacuerdo con las diversas definiciones del problema?” “¿cuál es la historia del problema? ¿Cuándo comenzó? ¿Ha habido algunos cambios?” “¿Cuál es su explicación?” “¿Quién está involucrado?” “¿Cómo están involucrados?” “¿Quién entró en la escena primero? ¿Quién después? ¿Quién de los involucrados en el problema está meno involucrado? ¿Cómo es que algunas personas se vieron involucradas y algunas no?” “¿Qué agencias están involucradas?” “¿Qué han hecho las varias personas que están involucradas para resolver el problema? ¿Cómo respondieron los otros cuando esta persona hizo su intento? Si otra persona hubiera hecho el intento, ¿cómo hubiera sido diferente el resultado?” “Si otra explicación surgiera del problema, ¿qué pasaría?”

Cuál es el Patrón Habitual

Este surgirá en la manera de la familia de presentarse a sí mismos. El equipo tendrá que estar pendiente, por eso, de quién se sienta al lado de quién en el círculo de sillas que preparamos de antemano. ¿Quién se sienta en oposición a quién? ¿Hay algunas personas que estén de acuerdo o en desacuerdo repetidamente? ¿Está la familia fuertemente unida o fuertemente desconectada? Las familias que están fuertemente unidas tienden a presentar semejanzas. Esto indica que las preguntas que revelen diferencias serán importantes. Las familias en las que los miembros se mantienen a distancia tienden a presentar opiniones y actitudes muy diferentes y se les podrían hacer preguntas sobre semejanzas. Si las preguntas son congruentes o incongruentes con la familia se mostrará por sus señales de apertura hacia el entrevistador.

Algunas familias o miembros de la familia pueden ocuparse más de cuestiones relacionadas con los individuos, particularmente aquellos conectados con el paciente identificado. Las preguntas de naturaleza relacional pueden proporcionar una diferencia provechosa aquí. En cambio, si una familia típicamente usa nociones relacionales, las preguntas que traten cuestiones del individuo pueden ser útiles. Algunas personas están exclusivamente orientadas hacia el pasado. Para ellos, las preguntas dirigidas al presente y el futuro pueden tener un mayor significado. Algunas personas se concentran firmemente en la solución para el problema, y en una actividad particular de resolver problemas. En tales casos uno debe permanecer con ese tema, cuestionando cuidadosamente la premisa sobre la cual está basada la solución tentativa, planteando nuevas preguntas para ampliar la base para la premisa, y discutiendo soluciones alternativas. Algunas personas se ven abrumadas por los muchos aspectos confusos del problema y sienten que es imposible encontrar una salida. En tal caso, uno pregunta sobre todas las partes de la imagen y cómo están conectadas las partes. Inspeccionar la imagen completa de esta manera puede preparar el camino para hacer nuevas decisiones.

En algunas familias, podemos notar que un cierto matiz emocional prevalece, por ejemplo un humor deprimido o pesimista. El entrevistador puede preguntar primero acerca del humor particular. Si los miembros de la familia dicen que este humor ha dominado por algún tiempo, el entrevistador puede preguntar cuándo fue la última vez que se sintieron felices: “¿Qué hacían entonces? ¿Quién era el más feliz entonces? ¿Quién cree más que esto vuelve a pasar? ¿Cuándo creen que sea probable que suceda de nuevo? ¿Quién será el primero en empezar a pensar en hacer algo que pudiera hacer que ocurra de nuevo?

Estar Pendiente de la Relación Terapéutica

Debido a que la herramienta para nuestro trabajo es la relación entre la familia y el equipo o el entrevistador, uno debe mantener un ojo agudo sobre esa relación. Algunos miembros de la familia están tan ansiosos por compartir su conocimiento e ideas que todos intentan hablar al mismo tiempo, sin darse cuenta que el entrevistador se abruma. Para poder hablar, el equipo puede sugerir dividir a la familia en aquellos que están siendo entrevistados y aquellos que siguen la conversación desde detrás de la pantalla. Algunas veces lo que se dice es tan mínimo que el equipo puede sugerir esperar un poco antes de continuar la conversación.

Evaluar el Proceso de Cambio

Si ciertos tipos de preguntas comienzan a ser aceptados cada vez más, hemos descubierto que esto indica el comienzo de un proceso de cambio. Las preguntas que buscamos cuidadosamente en este caso son aquellas de una relación relacional, preguntas de diferencias y semejanzas, y preguntas hipotéticas. También comparamos nuestras impresiones sobre la manera en que los miembros de la familia nos estrechan las manos y nos miran cuando se retiran de la sesión con las impresiones correspondientes del inicio de la sesión. Manos más abiertas y ojos más abiertos cuando la familia se retira indican que un cambio está en progreso.

EL EQUIPO REFELXIONA SOBRE LA CONVERSACIÓN

El entrevistador y la familia son completamente respetados como sistemas autónomos. Hablan acerca de lo que eligen hablar en la manera que prefieren. El entrevistador, idealmente, no es interrumpido por el equipo con sugerencias de que ciertas preguntas sean hechas o que ciertos tópicos sean considerados. El sistema familia-entrevistador es dejado con sus propios mecanismos. El entrevistador utiliza las directrices mencionadas arriba en la manera que se sienta más cómodo.

Mientras la conversación se desarrolla, los miembros del equipo detrás de la pantalla crean sus propias ideas. Debido a que todos detrás de la pantalla respetan la autonomía de cada persona de crear sus ideas, hay una escucha silenciosa detrás de la pantalla. Esto contrasta con la manera en que nos comportábamos anteriormente, que era discutiendo y haciendo hipótesis juntos. Hemos descubierto que mientras menos ideas discutamos antes, mayor es la posibilidad de agrandar la ecología de ideas.

Después de haber seguido la conversación por un tiempo, mínimamente de 10 a 15 minutos, algunas veces hasta 45 minutos, el equipo o el entrevistador sugieren la posibilidad de escuchar al equipo reflexionar, “Me pregunto si el equipo en este punto tiene algunas ideas que podrían ser útiles. ¿Puedo preguntarles si las tienen?” Si la familia está de acuerdo, las personas detrás de la pantalla encienden su sonido y la familia y el entrevistador apagan el suyo. La luz en la sala de conversación se atenuada y la de la sala del equipo es encendida. Este intercambio puede ocurrir si uno de los miembros del equipo toca a la puerta diciendo, “Tenemos algunas ideas que podrían ser útiles para su conversación”. La familia y el entrevistador escuchan entonces a la conversación del equipo sobre la conversación de la familia, lo que usualmente dura de 2 a 15 minutos.

Las reflexiones, que son especulativas, comienzan por los miembros del equipo primero espontáneamente presentando sus ideas. Algunas de estas ideas pueden ser profundizadas durante la conversación, dependiendo de cuáles sienten los miembros del equipo que son más importantes. Estas ideas deben estar conectadas al material verbal y no verbal que surgió durante la entrevista. Algunas familias pueden tolerar sólo pocas ideas; algunas pueden tolerar más. La regla de no ser demasiado diferente se mantiene también para el equipo reflexivo, lo que significa que las ideas discutidas deben ser nuevas para la familia, pero no demasiado inusuales en contenido o en la manera en que son comunicadas.

El equipo debe de ser cuidadoso de mencionar los intercambios no verbales de la familia. Algunas veces el equipo ve cosas que la familia no está lista para discutir, por ejemplo, emociones fuertes pero no expresadas, o evidencia de distancia entre miembros de la familia de la que no estaban conscientes. El equipo podría ya sea ignorar tales comunicaciones o comentarlas con una incertidumbre tentativa para ayudar a la familia a volverse más sensibles a cosas previamente desapercibidas. Sobre qué se comenta es ciertamente una cuestión de ritmo, de coordinación (timing).

También hemos encontrado útil para el equipo como un todo el hablar en términos de ambas-y o “ni una ni otra” debido a que las familias a menudo tienden a hablar en términos de “o una u otra”. Sin embargo, cuando una familia carece de fronteras entre los miembros, y se presenta a sí misma como que mantiene todas las creencias en común, es entonces cuando el equipo podría introducir un “o una u otra” como contraste. Cómo estas diversas posibilidades son llevadas a cabo varía. Algunas veces cada miembro del equipo reflexiona en términos de ambas-y. Algunas veces una persona hablar acerca del “ambas” y otra persona habla acerca del “y”.

Como una regla general, todo lo dicho deben ser especulativo: “No estoy seguro,” “Se me ocurrió,” “Tal vez,” “Tuve la sensación de que,” “Tal vez esto no es apropiado, pero,”, etc. Las reflexiones deben tener la calidad de ofrecimientos tentativos, no pronunciamientos, interpretaciones o comentarios de supervisión.

Hasta ahora, hemos encontrado útil el tener un equipo reflector de tres personas porque a una persona escuchando a las otras dos compartiendo sus ideas se le ocurran nuevas ideas que él o ella puede retroalimentar a la conversación. Si hay más de cuatro personas en el equipo de terapia (un entrevistador y tres en el equipo reflexivo), otros observadores deberían sentarse detrás del equipo reflexivo como una unidad de observación silenciosa, disponible para el sistema entrevistador-familia o el equipo reflexivo cuando ellos lo quieran. Si la unidad de observación es consultada, puede ser hecho en tal manera que el sistema completo – la familia más el entrevistador más el equipo – se puedan beneficiar.

El equipo reflexivo debe tomar en cuenta que su tarea es crear ideas aunque algunas de esas ideas la familia no las encuentre interesantes, o incluso sean rechazadas. Lo que es importante es darse cuenta de que la familia seleccionará las ideas que encajen. Algunas puede ser encontradas útiles y ser usadas; se espera que éstas provoquen un pequeño cambio en la imagen de la familia o en su comprensión de la imagen. Las reflexiones pueden incluso provocar un cambio en la comprensión de esta comprensión.

El equipo idealmente trata de comprender el estilo propio de la familia de reflexionar, su ritmo, velocidad y modos de comunicar, para que ellos puedan copiar ese estilo tanto como sea posible. Los noruegos hablan lentamente, así que nuestros equipos reflexivos a menudo se mueven lentamente.

La manera de los miembros del equipo para tratar con su percepción de la imagen de la familia y la explicación correspondiente de ella está indicada en el siguiente esquema (ver Figura 2). Las flechas muestran la retroalimentación circular entre la imagen (I) y explicación (E).

Las versiones de la familia

Las versiones del equipo reflexivo

FIG. 2. Las versiones de la familia y el equipo reflexivo del problema descrito y su explicación.

El equipo puede entonces proceder a reflexionar hipotéticamente qué pasaría si cualquier cosa de la imagen cambiara o si la explicación dada hasta aquí fuera reemplazada por otra explicación (ver Figura 3). Las flechas indican un ciclo circular conectando la habilidad para inventar alternativas (A) con la imagen existente y la explicación.

El equipo, como el sistema familia-entrevistador, puede saltar al nivel de epistemología (ver Figura 4), reflexionando sobre cómo los miembros de la familia sacaron distinciones a medida que describían la situación problemática. Esto puede ayudar a la familia a entender la conexión entre qué entiende uno y cómo lo entiende. La Figura 4 ilustra la correspondencia entre qué y cómo, esto es, la epistemología (EP) subyacente.

El lector probablemente se ha dado cuenta de que hay un nivel más, a saber, la posibilidad de expandir o implementar una nueva epistemología en la familia. El esquema en la Figura 5 contiene flechas indicando los ciclos de retroalimentación de las Figuras 2 a la 4, al igual que la retroalimentación de una epistemología alternativa (AEP).

Las versiones de la familia

Las versiones del equipo reflexivo

FIG 3. Las versiones de la familia y el equipo de descripciones y explicaciones alternativas del problema.

La expansión del esquema desde la Figura 2 hasta la Figura 5 va de izquierda a derecha, desde imagen y explicación hasta explicación alternativa, y muestra la creciente posibilidad para que la familia comprenda el significado de la situación problemática en su totalidad. Esta expansión ocurre a lo largo del tiempo. Generalmente, el equipo trabaja dentro de los primeros dos diagramas. La organización más extensa del sistema familia-equipo pierde el pegamento que los une cuando el problema desaparece. Esta disolución usualmente ocurre antes de que el equipo pueda empezar con los dos procesos mostrados en la Figura 4 y 5.

Mientras el equipo reflexiona, el entrevistador en el otro lado de la pantalla sigue las reacciones de la familia. Estas reacciones indicarán en sí mismas si las reflexiones son positivas, si ayudan a expandir la ecología de ideas, o si son muy inusuales y hacen que la familia se aferre aún más fuerte a sus ideas originales.

Las versiones de la familia

Las versiones del equipo reflexivo

FIG. 4. Las discusiones de la familia y del equipo reflexivo de la epistemología subyacente.

Las versiones de la familia

Las versiones del equipo reflexivo

FIG. 5. Las discusiones de la familia y del equipo reflexivo sobre la epistemología alternativa

Cuando el equipo ha terminado sus reflexiones, la luz y el sonido son cambiados y el entrevistador le pregunta a la familia si hubo algo en la conversación del equipo acerca de lo que la familia quisiera hablar, comentar o corregir. El entrevistador habrá ganado también una o dos ideas de escuchar al equipo, que ella o él puede compartir para discusión posterior. Debido a que los miembros de sistemas atascados a menudo protegen al equipo al no expresar sus respuestas negativas a las especulaciones del equipo, hemos encontrado más seguro hacer que el entrevistador haga una o algunas de las siguientes preguntas: “¿Se dijo algo que les gustara mucho?” “¿Hubo algo que no les gustara?” “¿Hubo algo de particular interés?” “¿Algo que no tuviera ningún interés?” “¿Hubo algo cercano a su propio entendimiento o experiencia?” “¿Hubo algo poco probable de acuerdo a su entendimiento o experiencia?” “¿Hubo algo que no les complaciera, o que sí lo hiciera?” la conversación así continúa desde el nuevo lugar proporcionado por la pausa para reflexiones.

El entrevistador puede haber notado durante las reflexiones del equipo que uno o más miembros de la familia mostraron respuestas negativas a algo que fue dicho y que esto no fue expresado en respuesta a las preguntas anteriores. En tales casos, el entrevistador podría decir: “Cuando esto o aquello se dijo, pensé que podría ser difícil de escuchar para las personas o pensar sobre ello. Pero no estoy seguro”. Esto puede proporcionar a los miembros de la familia preocupados una manera de indicar su respuesta. Este tipo de alimentación servirá para decir al equipo reflector si se ha mantenido dentro o ha salido de los límites apropiados para esta familia.

La pantalla puede ser cambiada de una a tres veces durante una sesión, aunque dos es el número habitual. Es particularmente importante, sin embargo, el recordar que cada lado debe tener la posibilidad para un comentario final si se desea, y que el sistema familia-entrevistador siempre debe tener la última palabra.

Reflexiones en Otros Escenarios

Cuando un doble juego de micrófonos y bocinas no está disponible, el equipo y la familia intercambian salas. Sin embargo, un sentimiento de extrañez puede ser evocado cuando los dos grupos se cruzan en el pasillo. Obviamente, esto no es tan ideal como cuando los dos grupos pueden quedarse en su propia habitación y cambiar la luz y el sonido. Cuando una pantalla no está disponible, el equipo puede sentarse en una esquina de la sala y reflexionar desde ahí.

Si otro profesional proporciona una consulta, por ejemplo un médico general (MG), y la familia está presente en la habitación, el entrevistador puede detenerse de vez en cuando y comunicar a la familia que él o ella quiere discutir algunas ideas con el MG. El MG y el entrevistador intercambian entonces comentarios, siendo cuidadosos de hablar sólo el uno con el otro para mantener sus reflexiones distintas de lo que sucedió en el resto de la entrevista. L a familia escucha a las reflexiones desde su meta-posición y no participa. Cuando el equipo consiste de sólo una persona, esta persona puede dejar la sala por un tiempo; podría ser minutos o podrían ser días o semanas. Al regresar, ella o él podría decir, “Cuando estuve lejos de ustedes, tuve estas ideas que me gustaría compartir,” y entonces dar las reflexiones especulativas, diciendo después, “¿Fueron valiosas algunas de estas ideas? ¿Les gustaría hablar acerca de ellas?”

Advertencias

Debe ser enfatizado que las connotaciones deben ser siempre positivas y nunca negativas. Esto significa que cada juicio normativo debe ser omitido. La pantalla (el proceso de observar) tiende a magnificar las críticas y los comentarios de la categoría “por-qué-hicieron-eso-o-aquello”. El equipo reflexivo debe recordar también que los comentarios sobre los comportamientos de los miembros de la familia pueden exponer un área sensible acerca de la cual la familia no desea hablar. Cuando la familia es indiscreta, en el sentido de revelar más de lo que querían, el equipo debe responder con un cuidado protector. El equipo debe permanecer positivo, discreto, respetuoso, sensible, imaginativo y libremente creativo.

EJEMPLOS DE DOS CASOS

Un Paternal Niño Pequeño

Una madre que trabajaba durante el día como maestra quería consejo porque su hijo más joven, de ocho años, había golpeado a su hermana de cinco años. El padre vino con ella porque se lo había pedido. Sus ojos, y la manera en que estrechaba las manos, indicaban que a él no le gustaba la idea de esta reunión. La madre dijo que el niño se portaba bien mientras el padre estuviera en casa, pero cuando el padre estaba en el mar, se portaba rebelde y difícil de controlar. El padre dijo que ser un pescador era la única manera que conocía de ganarse la vida.

Mientras la madre describía qué tan abrumada estaba cuando estaba en casa sola con los niños, el equipo reflexivo (ER) notó que la cabeza del padre se hundía y sus hombros se caían. El entrevistador preguntó, “¿Quién extrañó al padre más cuando no estaba?” “Todos,” respondió la madre. “Los niños adoran estar con él. Les gusta la manera en que juega con ellos. Él es muy fuerte y a ellos les encanta cuando los levanta sobre su cabeza”. Ella se inclinó ligeramente hacia su esposo, con lo cual el alejó un poco su cabeza de ella. “¿Había alguien más que pudiera hacer las cosas que hacía el padre tan bien cuando él no estaba ahí?” la madre dijo, “El niño incluso me protegía cuando un hombre ebrio se comportaba con descortesía hacia mí”. El ER (conformado por los miembros Uno, Dos y Tres), notando que el padre no estaba satisfecho hasta aquí, le preguntaron si podrían compartir sus ideas.

Tres: “Me sorprendió inmediatamente la importancia de los padres para los niños, y no podía dejar la imagen del niño y la madre esperando que el padre regresara a casa del mar. Todos esperaban este regreso, tal vez más que nadie el niño que parece admirar mucho a su padre”.

Uno: “No sólo admira a su padre, sino que parece querer reemplazarlo cuando no está”.

Dos: “Es interesante, escucharlos a ustedes dos, porque me encuentro a mí mismo quedándome con los problemas presentados por la madre, problemas que ciertamente la preocupaban”.

Tres: “Observé primero que nada la admiración del niño por su madre. Admiración enorme”.

La pareja había estado observando ansiosamente sin sonido ni movimiento. A medida que continuó la entrevista familiar, el padre enderezó su cuerpo y comenzó a hablar más. El entrevistador discutió con él lo que más le gustaba a los niños hacer con él. Esto llevo al tema de las peleas entre los dos hijos. ¿Cómo podía explicarse eso? ¿Percances? ¿Errores? ¿Demasiada energía? ¿O qué? El ER pidió compartir ideas de nuevo, y el entrevistador y la familia estuvieron de acuerdo.

Dos: “Tal vez el niño tomó su trabajo de reemplazar a su padre demasiado en serio. Tal vez pensó que debía estar en cargo de criar a su hermana. Tal vez pensó que su hermana era tan rebelde como él y necesitaba una mano dura”.

Uno: “Si la madre, quien originalmente solicitó alguna ayuda, todavía la quiere, tal vez el padre y el hijo mayor podrían hablar juntos seriamente acerca de qué podría hacer el niño cuando el padre no está y sobre qué debería ser cuidadoso. Padres pequeños de ocho años necesitan supervisión”.

El silencio en la habitación de la familia cuando la pantalla fue cambiada indicó que la pareja, especialmente el padre, se sentía aliviado, pero no tenían nada que quisieran decir. Su comportamiento le dijo al entrevistador que ellos querían pensar y no hablar. Los ojos llorosos del padre y su apretón de manos cálido, sólido nos hicieron creer que se sentía incluido de nuevo.

La madre vino sola la siguiente vez y dijo que al padre no le había parecido que la reunión con el equipo fuera de utilidad. Al principio los miembros del equipo estaban sorprendidos de que él no se hubiera presentado. Sin embargo, encontraron una explicación razonable cuando observaron más de cerca la sesión pasada. Durante sus reflexiones, el equipo había supuesto que el padre quería ser incluido sin saber si él quería serlo o no. El ER se dio cuenta de que su estilo estratégico anterior para trabajar no necesariamente desaparecía simplemente al hacer todas las discusiones disponibles para la familia. Lo que podrían haber hecho en cambio era reflexionar de manera diferente: ¿A quién le gustó más la idea de venir a la reunión? Si a ambos padres no les agradaba igualmente, ¿se podían hacer otros arreglos? Por ejemplo, ¿podía venir un padre e intercambiar algunas ideas con el equipo y luego ir a casa y procesar estas ideas con el otro?

El Cuerpo Entiende Algo que la Mente Aún No Ha Comprendido

Una pareja solicitó ayuda porque la esposa se estaba quejando de fatiga incrementada y de un problema para tragar la comida que empeoraba delos últimos cuatro años. Una revisión médica no encontró nada mal físicamente, y la mujer aceptó el consejo de que debía ver otros aspectos del problema. Ella informó que tenía que recostarse en una cama si quería comer. Su vergüenza acerca de este comportamiento extraño la mantenía alejada de la mesa familiar donde su esposo y sus dos hijos (de 4 y 1 y medio años) comían sus comidas sin ella. El esposo extrañaba su compañía más de lo que ella extrañaba la de él. Ella dijo, “Me he acostumbrado tanto que no recuerdo cómo sería su compañía”. Ella habló libremente acerca de su condición. Su esposo, cuando comentó sobre su historia, tuvo un corto ataque de tos que indicó al equipo qué tal mal se sentía acerca de la situación.

El equipo se enteró de que tres eventos habían ocurrido casi al mismo tiempo hace cuatro años: (a) la pareja tuvo a su primer hijo (un año después de que se casaron); (b) los síntomas de ella comenzaron; y (c) el hermano de ella, que era nueve años mayor, finalmente dejó la casa en contra los deseos de su madre que había intentado evitar su partida por muchos años. La madre recurrió a su hermana para ayudarle a traerlo de vuelta. Esta solicitud fue en vano, pero el hijo mayor de la esposa, un niño de nueve años de un matrimonio anterior, empezó a visitar a su abuela frecuentemente. El esposo había pensado a menudo que el niño era una persona que reemplazaba a su tío. A su abuela el niño le pareció un compañero tan gentil y amistoso como su hijo lo había sido todos esos años, compensando el hecho de que ella y su esposo tenían muy poco en común y casi no hablaban el uno con el otro.

Las visitas del niño a la casa de su abuela no agradaban a su madre, particularmente cuando llegaba a su casa y llamaba a su madre “abuela” y a su abuela “mamá”. Su deseo creciente de pasar la noche en casa de su abuela no disminuía el disgusto de la madre. Cuando el niño se quedaba con su madre y su padrastro, se comportaba de tal manera que su madre no podía controlarlo, haciendo al padrastro “guardián de la paz”. La manera del padrastro de tratar al muchacho disgustaba a la madre y ella se entrometía en sus ataques de enojo. Estas secuencias distanciaron a la pareja pero unieron a la madre y al hijo. El ER, compuesto por el miembro del equipo Uno y el miembro del equipo Dos, compartió las siguientes ideas:

Uno: “Veo dos áreas de problema. La primera son las dificultades de la madre con la fatiga y con tragar la comida. La segunda es la cuestión, aún no resulta, de qué tanto el hijo de nueve años debería quedarse con su abuela y qué tanto debería quedarse con su madre”.

Dos: “Mis pensamientos estaban dando vueltas acerca de dos áreas de problema también. Y me preguntaba si estas dos áreas estaban totalmente separadas o de alguna manera conectadas. Algunas veces el cuerpo, lleno de sabiduría, se expresa claramente en situaciones que la mente no ha comprendido del todo. Tal vez el cuerpo, actuando así, previene a ‘nuestra paciente’ de participar en situaciones para las cuales no está lista. Si las dos áreas están conectadas, me pregunto si un área de problema podría influir en la otra indirectamente, capturando tanta energía que no queda nada para la otra área”.

Uno: “Si puedo profundizar en tus ideas, me pregunto si cualquier movimiento del niño para acercarse ya sea a su madre o a su abuela podría aliviar la tensión de la madre. Si tal movimiento fuera exitoso, me pregunto si la esposa o el esposo estarían más contentos. Esta, de hecho, preguntándome acerca del efecto de tal cambio en su vida. El problema con el que han estado luchando los últimos cuatro años, de hecho cuatro de cinco años que han tenido juntos, los ha separado, sin darles una oportunidad de desarrollar una relación de casados. Podría ser que los dos se encontraran a sí mismos en la misma situación extraña y sin preparación en la que la abuela y el abuelo se encontraron cuando ‘el hermano de nuestra paciente finalmente dejó la casa”.

Dos: “No sé qué sería más apropiado, pero si debiera haber una cuestión sobre cualquier intento de regular las idas y venidas del niño entre abuela y madre, creo que sería prudente por parte de la pareja el incluir a la abuela y al niño en la conversación”.

El entrevistador había notado que la esposa, cuando el ER había especulado sobre las idas y venidas del niño entre su madre y su abuela, había ansiosamente comentado, “Eso es correcto, eso es correcto”. Después de cambiar la luz y el sonido de vuelta, la pareja pareció mucho más callada y relajada. El esposo en particular parecía respirar más libremente. La esposa esperó mucho tiempo antes de comentar. Cuando lo hizo, dijo, “Me impresionó el pensamiento de qué haríamos mi esposo y yo si tuviéramos más tiempo disponible para cada uno”. El esposo, por su parte, le gustó la idea de reunirse con su suegra e hijastro la próxima vez para discutir la posición del hijastro en relación con su madre y abuela.

LOS EFECTOS DEL EQUIPO REFLEXIVO

Hay muchas diferencias entre estar en este tipo de equipo y los equipos orientados estratégicamente de otras terapias familiares. Ya no usamos un descanso de equipo para aliviarnos de las tensiones o sentimientos personales acerca de la familia que hemos estado viendo al hacer bromas o haciendo comentarios despectivos. Nuestra nueva manera de trabajar nos hace sentir que somos participantes en un proceso en el cual los miembros de la familia se vuelven nuestros iguales. No sentimos que podamos o debamos controlar el proceso de terapia, y aceptamos que somos simplemente una parte de éste. También, es un buen sentimiento que una familia diga, “Nos estábamos preguntando lo que ustedes detrás de la pantalla estaban pensando acerca de nosotros. Ahora lo sabemos”.

Si tenemos estudiantes, ellos se unen al equipo reflexivo desde el inicio de su entrenamiento. Determinan ellos mismos qué tanto desean participar. Usualmente tienen pocas especulaciones la primera vez, pero pronto comienzan a compartir más ideas.

NADA ES NUEVO

El lector probablemente ha notado la fuerte influencia del acercamiento de Milán en el trabajo presentado en este artículo. Hemos hecho varios cambios pequeños para adaptar este modelo a nuestras ideas. Por una parte, elegimos conocer a la gente sin hacer una hipótesis de antemano. Las hipótesis pueden influenciarnos para ver a la familia dentro del marco de nuestras preocupaciones en lugar de dentro del marco de lo que actualmente le preocupa a las personas de la familia.

También hemos evitado deliberadamente las intervenciones debido a que los miembros de la familia pueden muy fácilmente creer que nuestra intervención es mejor que lo que ellos han imaginado y explicado. Para aquellos a los que no les guste una explicación alternativa, una intervención podrían incluso reforzar su propia posición fija.

El lector puede también haber notado la semejanza que tiene el equipo reflexivo con el “Debate Estratégico” desarrollado por Papp, Olga Silverstein y Stanley Seigel (ver 14), el cual es un desarrollo posterior de las ideas presentadas en el artículo de Papp, “El Coro Griego” (“The Greek Chorus”) (10). Hay, sin embargo, algunas diferencias entre el “debate” y nuestro equipo reflexivo. Lo que tratamos de enfatizar es que cada persona en un sistema atascado tiende a pensar mucho en términos de “o una u otra” y a competir por el derecho de indicar cuál es la comprensión correcta y la acción correcta. El equipo reflexivo intenta implicar la noción de “ambas-y” y “ni una ni otra” al poner a miembros del equipo reflexivo en esta postura, y al los miembros del equipo subrayar que lo que ellos digan está basado solamente en la versión del problema que cada uno percibe. De esta manera, ellos transmiten la idea de que el problema tiene muchos aspectos y es multifacético. Creemos que la familia, o quienquiera que esté observando al equipo reflexivo, puede descubrir la riqueza incrustada en el intercambio de varios puntos de vista sobre la misma cuestión. Una versión estimulaba otra versión para volverse más rica, lo que regresaba a la primera versión, que…