miércoles, 1 de septiembre de 2010

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Construccionismo social: principios orientadores. Kenneth J. Gergen

Vivimos en mundos de significados. Entendemos y valoramos el mundo y a nosotros mismos de maneras que emergen de nuestra historia personal, la cultura que compartimos y las organizaciones en que vivimos.

Los mundos de significado están íntimamente relacionados a la acción. En gran manera actuamos en términos de qué interpretamos que es real, racional, satisfactorio y bueno. Sin significado habría muy poco para hacer que valga la pena.

Nuevos mundos de significado son posibles. No estamos poseídos o determinados por el pasado. Podemos abandonar o disolver formas disfuncionales de vida, y crear alternativas juntos.

Sostener lo valorado o crear nuevos futuros requiere la participación en relaciones. Si dañamos o destruimos las relaciones perdemos la capacidad de sostener una gestión innovadora y de crear nuevos futuros para la organización

Cuando los mundos de significado se intersectan pueden ocurrir resultados creativos y, por lo tanto, organizaciones creativas. Pueden emerger nuevas formas de relacionarnos, nuevas realidades y nuevas posibilidades.

Cuando los mundos de significado están en conflicto pueden llevar a la alienación, la agresión y el desalineamiento organizacional, socavando las relaciones y su potencial creativo. La descoordinación en las relaciones genera costos económicos, culturales y humanos, e ineficiencia de resultados.

A través del cuidado creativo de las relaciones puede ser reducido o transformado el potencial destructivo de los conflictos

DIÁLOGO GENERATIVO
Bilbao, Julio de 2008

Los diálogos generativos trabajan con una mirada cuidadosa sobre la conversación y sobre el flujo de las conversaciones.

Ofrecen competencias para sostener rumbos productivos en la conversación, habilidades para generar temas significativos, recuperar recursos, visualizar el futuro, generar involucramiento y acciones participativas.

Pueden integrarse a diversos enfoques y procesos.

Principios teóricos Diálogos Generativos

  • Construcción social del conocimiento, la inteligibilidad y el sentido
  • Orden y desorden
  • Complejidad
  • Estrategia compleja
  • Subjetividad y relaciones como procesos complejos
  • Eco-Auto-Organización y Auto-Eco-Organización de los sistemas
  • Dimensión creativa
  • Proactividad de las personas y singularidad de las personas
  • Identidades y recursos emergentes
  • Fundamentos del conocimiento

Modelos de aportación y sus diferencias con los modelos de apropiación

  • Cuanto más aporto al mundo,Mejor me va a mí y a mi entorno

  • Crea valores de diferentes tipos: ético, económico, medioambiental, relacional, de innovación, etcétera.

  • Promueve una conciencia reflexiva presente, y relacional y contextualmente ampliada respecto de las consecuencias y posibilidades sobre el medio, sobre otros y sobre sí mismo
  • Promueve una reorganización de la dimensión temporal desde el corto plazo hacia una visión en el tiempo.

  • Promueve una visión que incluye diferentes actores beneficiados o afectados por las acciones

  • Promueve una visión empresaria ampliada de la creación de valor económico para otros y para sí mismo.
  • Promueve una visión ampliada sobre la importancia de la innovación.

  • Abandona una visión simplista y se orienta hacia una compleja y múltiple.

  • Sostiene una ética en acción que implica examinar los supuestos inherentes en las descripciones y modelos que ulitizamos.

  • Reflexiona sobre los significados co-construidos, el tiempo y el contexto
  • Modelo dominante por siglos.

  • No existe otra consideración que la rentabilidad económica.

  • El recorte de la realidad y el sentido dominante está dado por aquello que existe para ser obtenido.
  • El actor es el centro (excluye la reflexión sobre los otros y sobre sí mismo).

  • Opera desde el modelo ganar-perder.

  • La obtención de valor económico determina el principio y el fin.

Aportación: conceptos claves

Conciencia reflexiva.

Importancia del diálogo y los vínculos.

Importancia de la innovación

Lógica de la posibilidad

Responsabilidad ampliada

El contexto está en la concepción de valor de quien acciona

Ética para la acción.

Diálogos generativo:Desde los problemas a la creatividad

Denominamos creación dialógica a la construcción gradual en el tiempo de innovaciones mediante el diálogo reflexivo y el aprendizaje conversacional en grupos humanos.

Competencias para construir marcos compartidos

Se genera:

  • reconocimiento

Respeto recíproco

Empowerment

Se obtiene:

Toma de conciencia

Competencias para sentar las condiciones del diálogo

Mediante:

Encuadre del Problema

Reconocimiento de recursos

Trabajo sobre la convergencia conversacional

Construcción del problema y las posibilidades

Se genera:

Creación de perspectivas y posibilidades consensuadas

Se explicitan las diferencias

Se obtiene:

Argumentos y narrativas que trascienden el punto de vista individual

Agenda de prioridades y tareas












Posición del operador en un proceso generativo y competencias necesarias
(algunos ejemplos)

Posición del operador en un proceso generativo

Favorecer:

La apertura a lo emergente en el diálogo

El reconocimiento de las posibilidades emergentes

La expansión de las posibilidades del diálogo

Intervenciones sistémicas centradas en las posibilidades emergentes

Algunas preguntas reflexivas que puede formularse el operador para facilitar la expansión de posibilidades en el diálogo

¿Cómo invito a los participantes a dialogar con su propia experiencia?

¿Cómo invito a los participantes a elaborar, investigar y expandir las nuevas posibilidades?

¿Cómo invito a los participantes a reflexionar sobre las agendas posibles (personales y compartidas) definidas por las posibilidades emergentes?

¿Cómo promuevo que los participantes hablen con el otro, en tanto cada uno habla por sí mismo, acerca de las posibilidades emergentes?

Algunas preguntas reflexivas que puede formularse el operador para facilitar la
expansión de posibilidades en el diálogo

¿Cómo los invito a buscar intereses compartidos en las posibilidades emergentes?

¿Cómo los aliento a expresar sus incertidumbres, áreas grises, dilemas, dudas relacionadas con esas posibilidades?

¿Cómo los invito a investigar las perspectivas que transforman las formas de expresión en el conflicto?

¿Cómo los invito a elaborar coordinaciones posibles sin desestimar las diferencias?

Referencias Bibliográficas

Fried Schnitman, D. (Comp) (2000), Nuevos
paradigmas en la resolución de conflictos.
Perspectivas y prácticas, Buenos Aires-
Barcelona-México-Santiago-Montevideo:
Granica.

Fried Schnitman, D. y Schnitman, J (Comps)

(2000), Resolución de conflictos. Nuevos
diseños, nuevos contextos. Buenos Aires-
Barcelona-México-Santiago-Montevideo:
Granica.

Fried Schnitman, D. (Comp) (2000), Nuevos
paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires-
Barcelona-México. Editorial Paidós

Artículo de Pilar Padilla sobre su experiencia en Playa del Carmen....

lunes, 28 de junio de 2010

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Mi experiencia con la Terapia Colaborativa en el Instituto de Verano 2008 en Playa del Carmen

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Volví de Playa Del Carmen con un tesoro preciado.

Cuando a principios del año pasado, Ana D’urso; mi amiga y maestra puso en mis manos el libro “Conversación lenguaje y posibilidades” de Harlene Anderson, no imaginé las consecuencias que ello iba a tener.

En aquel momento tenia 37 años, casada hace 19 y con 4 hijos, tenía una profesión que crecía en cantidad de pacientes y en beneficios de todo tipo. Sin embargo, una cosa me turbaba: me sentía agotada y físicamente débil, lo cual desembocaba en constantes enfermedades.

Estudiaba mucho y, aunque progresaba profesionalmente, sentía que todo lo que sabía era poco, y que necesitaba seguir absorbiendo más conocimientos para brindar la respuesta perfecta para cada caso. Así fue como incursioné en el psicoanálisis, en la Evaluación Psicológica, en la terapia familiar, en la logoterapia y en la terapia cognitiva.

Todo lo que aprendía me fascinaba pero había algo en la relación terapéutica que me generaba mucho malestar y verdaderamente no podía ponerlo en palabras, no lo entendía, solo podía enfermarme y sentirme exhausta.

Una explicación a lo que me pasaba la encontré leyendo a Michael White, el influyente terapeuta Australiano, creador de la Terapia Narrativa, quien en su libro dedicado a los terapeutas (el cual me presto mi amiga Marilene Grandesso en Playa) sostiene que cuando los profesionales están pasando por el síndrome del desgaste profesional o Burn Out, se comienza a producir una desintegración entre los conocimientos académicos, profesionales y los que provienen de la vida cotidiana. Y lo expresa de esta manera:

“Cuando una persona ingresa en la cultura de las disciplinas profesionales, se enfrenta a un cambio en cuanto a qué conocimiento se considera importante, ya que esta cultura produce conocimientos característicos, altamente especializados y formales que constituyen sistemas para el análisis de las expresiones vitales de las personas, vistas a través de los comportamientos. Estos sistemas de análisis brindan a los profesionales un acceso privilegiado a la verdad objetiva de esas expresiones. En esta cultura, las maneras de conocer el mundo que se vinculan con los discursos más populares y locales de las comunidades “legas” son marginadas y con frecuencia descalificadas. Prácticamente no cuentan como legítimos dentro de las culturas de las disciplinas profesionales. (El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas, Pág. 28).

Siguiendo con su idea, él se pregunta qué efecto tiene sobre la vida del terapeuta la formalización de conocimiento y la profesionalización de las pertenencias sociales, y responde:

“Al formalizarse el conocimiento, se generan diferencias entre las personas en cuanto al conocimiento que poseen. Una clase de conocimiento que tiene pretensiones modestas (local, particular y cercano a la experiencia) cede el paso a una clase de conocimiento que tiene pretensiones faltas de modestia (global, universal y distante de la experiencia) (…) El conocimiento requerido siempre está más allá del horizonte alcanzable. En esta cultura de la psicoterapia, los terapeutas encuentran muy difícil escapar a la sensación de que no han llegado a saber lo que hay que saber. Como consecuencia, las vidas de los terapeutas son “descriptas magramente” y esto reduce significativamente las alternativas para la acción en la vida en general y más específicamente en el “trabajo”. Para muchos el resultado es la des-integración (dis-memberment) que contribuye a la perdida de la propia historia y de un determinado sentimiento de identidad (Pág. 35)”.

Hace cinco años, cuando entré en contacto con la terapia familiar, se agudizó mi necesidad de saber cada vez más, ya que en esta práctica tanto las intervenciones como las hipótesis que se manejan son geniales y brillantes y a veces sorprendentes (por lo menos con las personas con quienes tuve la oportunidad de trabajar).

Siempre fascinada con el contenido pero, de nuevo, aparecía ese malestar con la relación terapéutica que me generaba incomodidad. Sentía que no había escapatoria ni alternativa, que así debía ser.

Todo lo que había estudiado y experimentado siempre hablaba de una relación en la cual el terapeuta es el que sabe y el paciente, (quien busca ayuda cuando siente que sus recursos son insuficientes para resolver una situación problemática), es el que se somete (a veces silenciosamente y otras de un modo inquisidor) ante un profesional que sabe lo que le pasa y cómo resolverlo.

Me enteré que Harlene Anderson (la misma autora del libro que había leído meses antes y que causó tan profundo impacto en mi) impartía un Taller de Terapia Colaborativa en Playa del Carmen, México.

Y en busca de nuevos horizontes, sin dudarlo, me fui.

Era la única participante Argentina.

Estaba lista para recibir.

Recibir conocimientos, ayuda, consejos, e inclusive lo que más quería recibir era una teoría que me contenga, ya que sabia que, de todo lo que había estudiado y practicado, ninguna corriente psicológica me contenía plenamente, o mejor dicho me satisfacía plenamente.

Después de una semana intensa de estudiar y vivenciar experiencias nuevas, de conocer personas de todo el mundo, con sus distintos idiomas, culturas, religiones, idiosincrasias, formas de vestirse, de hablar, de moverse y hasta de mirar, volví a casa llena de planteos, ideas y cuestionamientos. Como con un regocijo que me cuesta describir pero que tiene que ver con una liberación a ciertas ataduras que no sabia que tenía.

Lo que pasa es que estamos atravesados por lo cultural y realmente no siempre nos damos la oportunidad de detenernos a pensar acerca de cosas que están instaladas como obvias dentro de nuestra cultura, ya que hacerlo sería como pasar de suelo firme a arenas movedizas, y bueno… esto causa un cierto malestar, o por lo menos incertidumbre, y si hay algo que nos caracteriza a los seres humanos, es justamente le eterna búsqueda de certezas, que nos brinden seguridad.

Los pensamientos que más afloraban una y otra vez estaban relacionados con el hecho de observar y experimentar que las terapeutas más relevantes, compartían con aquellas más noveles todas las actividades de igual a igual, no sólo lo relacionado con lo académico, sino también con la personal; por ejemplo, una mañana Harlene Anderson se sentó a desayunar conmigo y establecimos una conversación muy cómoda, al igual que con la “dulce y sencilla” Lynn Hoffman, quien en una conversación sincera y profunda, (estando yo angustiada) se ofreció a ser mi abuela, justificando tal ofrecimiento con estas palabras “cuando hay una familia por detrás, ningún problema es demasiado grave” . Palabras que aún resuenan en mis oídos un año después.

O cuando era el momento de salir a almorzar o a pasear, no había jerarquías, como no las hubo en ningún momento de la semana que duró el taller.

Yo estaba muy sorprendida por eso, ya que provengo de una provincia, pero especialmente de un país donde tener mayor conocimientos académicos que otros parece que es el primer paso para ser un terrible engreído, ¡y qué decir si ello va acompañado con algún título que diga cuán sabiondo somos!

Desde este abordaje, el terapeuta se coloca en una posición de genuino interés y respeto por el paciente y pretende generar conversaciones, diálogos que puedan ser útiles que enriquezca las descripciones de sus vidas y que generen nuevas posibilidades. Los pacientes son los verdaderos expertos en sus vidas. El terapeuta deja de lado sus conocimientos, saberes, juicios y prejuicios (posición de “no saber”) dejando espacio para que surja la complejidad, singularidad y riqueza de las personas y sus experiencias dentro de la conversación terapéutica. El terapeuta se propone estar pendiente de sus sesgos y ser transparente o “público” respecto a éstos.

Dice Harlene Anderson:

“En cuanto relación, la terapia tiene tanto que ver con quiénes somos los terapeutas- y quiénes somos en esa relación- como con los miembros de la familias o de cualquier sistema cliente-, y quiénes son en relación al terapeuta. Tiene tanto que ver con nuestras auto-narrativas, con la forma con que nos definimos como personas y nuestras identidades como terapeutas, como con las autodefiniciones e identidades del cliente. El aspecto más importante de las relaciones humanas parte del propio ser. Lo que distingue a todos los enfoques terapéuticos posmodernos es una nueva definición y perspectiva del propio ser (self).

En realidad esto me hizo sentir muy cómoda y, finalmente, era un modo de comportamiento coherente con su teoría. Si cada uno es experto en su propia vida, en definitiva, todos los que participábamos éramos expertos, entonces estábamos en igualdad de condiciones, como estamos siempre en todas las circunstancias de la vida, con todas las personas…sólo que a veces hemos tenido el atrevimiento de creer que estamos por encima de alguien.

Todo esto me llevó a replantear mi lugar en el consultorio y dentro de casa donde a veces las actitudes son competitivas (en donde sólo uno gana), y no cooperativas o colaborativas (en donde ganamos todos). E inclusive me acordé de una vez que una paciente había ingresado al consultorio por primera vez y me estaba contando su florida sintomatología ansiosa, entonces yo corté su discurso diciendo: “No se preocupe, ya la entendí,”, sin permitirle que continúe con su explicación acerca de su padecimiento.

Lo que pasó fue que yo rápidamente la pude incluir dentro del diagnóstico de “Trastorno por estrés postraumático”, entonces se suponía que ya sabía cuáles eran los pasos a seguir, por lo tanto no necesitaba que me siga relatando sus síntomas.

Hoy me acuerdo de aquel suceso y siento vergüenza.

Por una lado y principalmente, siento vergüenza por no haber permitido hablar a una persona cuando lo estaba necesitando; por otro lado, vergüenza de haberme quitado la oportunidad de escucharla, porque aunque tuviera claramente un diagnóstico en mi cabeza, no pude darme cuenta de que cada persona es única, y su caso tiene características particulares, yo rápidamente lo había incluido dentro de una bolsa en la que había un montón de casos iguales, y en tercer lugar, vergüenza por haber mostrado que lo que yo tenía para decir era más importante que lo de ella. Y creo que para mí, esa fue la mayor vergüenza.

Y, volviendo al tema de las jerarquías, comencé a preguntarme qué está pasando con nosotros, en nuestras familias, entre los amigos, entre los esposos, entre los médicos con sus pacientes, los padres con sus hijos, los vendedores con los clientes, los gobernantes con los ciudadanos, los jefes con los empleados, es decir, en todas nuestras relaciones significativas y vitales, ¿qué nos está pasando que salimos desconformes? ¿por qué no nos sentimos escuchados y valorados?

Honestamente, yo creo que tiene que ver con una cuestión relacionada con el mal uso del poder, de la jerarquía.

Estoy segura que cuando uno cree ser mejor, saber más, poder más, se va alejando de las relaciones sinceras, cercanas, cotidianas, modestas, y se comienza a crear una distancia en las realidades de cada lado, que parecen murallas chinas, que marcan claramente un lado y el otro.

En Playa he descubierto que ese saco de la jerarquía y del poder, a mi no me cabe, y que el saco de la igualdad me hace sentir mucho más cómoda y, además, hago sentir también más cómoda a la gente con la que me relaciono, porque no importa tanto cuál o cuánto sea su saber o su experiencia, importa mucho más que es una persona única con saberes y experiencias únicos, y que valen simplemente porque son suyos, con el mismísimo valor que los míos y los de cualquier otra persona que pise esta tierra

Confieso que, por primera vez en mi vida profesional, sentí que había encontrado un alma gemela. Alguien que concebía la posición del terapeuta, el proceso de la terapia y el sistema terapéutico exactamente como yo lo concebía.

Con Ana D’urso y Celina Viñuales hemos formado un equipo terapéutico en el Hospital Carrillo de Yerba Buena donde trabajamos con familias, parejas e individuos. Ana conduce las sesiones y en cada intervención tiene la generosidad de preguntarnos qué pensamos y si queremos aportar algo. Celina a veces interviene ofreciendo sus aportes pero yo jamás lo había hecho porque pensaba: “¿qué puedo yo aportar que sea más interesante, novedoso o brillante de lo que Ana dijo?” Lógicamente que siendo coherente con este pensamiento, mis aportes eran nulos.

Actualmente, comprendí que a veces contar una experiencia similar con la cual el paciente se pueda identificar, alguna palabra no genial pero sincera, o un punto de vista alternativo puede ser más útil para el paciente que una gran interpretación o una brillante devolución. A partir de entonces, opino con mucho gusto y no importa si mi intervención es perfecta o no, sólo importa que le sea útil al consultante y eso es algo que no puedo manejar, definir ni determinar. Uno nunca sabe lo que el cliente puede tomar de lo que uno aporta, esta idea permitió liberarme y soltar una creatividad que no conocía en mí.

He podido integrar el profesional y el ser humano dentro de mí. Y he podido experimentar mi vida personal y profesional con alegría y libertad, entendiendo que ningún conocimiento es “el verdadero conocimiento”, sino un conocimiento más dentro de los que he incorporado y que seguiré incorporando a lo largo de mi vida, y que éste sólo tiene sentido dentro de una relación terapéutica, que sea significativa, que este signada por el respeto más absoluto y que me brinde la oportunidad de reflexionar para generar nuevas posibilidades.

Este es mi tesoro…lo he encontrado cerca del mar y lo quiero compartir con ustedes.

Gracias

PILAR PADILLA

Tucumán, Argentina

Charla de una psicologa Chilena sobre Género...Interesante!

martes, 1 de junio de 2010

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De las Terapia Familiar a las Historias: Un Relato de Vida Por Sylvia London

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De lo familiar a lo novedoso, Gregory Bateson

El presente relato tiene el objetivo de invitar al lector a un viaje por el mundo de la terapia familiar, tal y como se conceptualizaba y se enseñaba en los años 80’s. La narración se construye desde la mirada de una terapeuta que a lo largo del camino adopta la polifonía y la crítica posmoderna mantiene las ideas que sustentan la teoría de la comunicación humana y la metáfora sistémica.

Un encuentro fortuito

Mi primer contacto con las ideas que ahora sé que son parte de la Terapia Familiar sucedió cuando estudiaba la licenciatura en Psicología Organizacional en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, en la materia de entrevista; nuestro profesor Armando Córdova, nos invitó a leer el libro de Paul Watzlawick, Teoría de la Comunicación Humana, texto que cambiaría mi forma de ver el mundo y las relaciones humanas. Al terminar de leer el libro, le escribí una carta a Paul Watzlawick al MRI, preguntándole: ¿Cómo hago para saber más de esto?; amablemente me contestó diciendo que desgraciadamente en el MRI no se ofrecía más que entrenamiento para personas que ya tenían estudios de maestría, me sugería que hiciera un maestría en Psicoterapia, Counseling o Terapia Familiar y que lo contactara en unos años.

En 1982, inicié una maestría en Counseling en Lesley College, Cambridge Massachusetts, en ese entonces mi interés era entrenarme como terapeuta de grupo. Al escoger mis materias, corría el rumor en el departamento de que el maestro de grupos no era bueno, por lo que decidí estudiar la materia de Terapia Familiar, desde la idea de que la familia es un grupo, lo que me permitiría transpolar los conocimientos para ser terapeuta de grupo. Ese primer semestre fue un descubrimiento importante, leí por primera vez los trabajos de Salvador Minuchin, James Framo, Murray Bowen, Virginia Satir, Von Bertalanfi, Bateson, Haley, etc. Las ideas con las que me encontraba, me parecían superficiales y vagas, un poco mágicas y tramposas, lo que me hacía preguntar: ¿Será posible lograr cambios cambiando el sistema?

¿Será el destino?

Desconócete a ti mismo, Humberto Maturana

Durante el siguiente semestre tomé una materia de psicología del adolescente y dentro del programa había una vez más ideas que se derivaban de la teoría de sistemas y de la terapia familiar. El trabajo final era en equipo y se solicitaba una sesión de familia en “rol play”, poniendo en práctica los principios de la terapia estructural y estratégica. En mi equipo yo fungí como terapeuta y el comentario del maestro al terminar la sesión fue: “Tu comodidad crea incomodidad, parece que naciste para hacer este tipo de terapia”. Como parte de mi maestría se requería un internado clínico de 1000 horas de trabajo a lo largo del año. Afortunadamente, mi asesor me contactó con una clínica en las afueras de Boston, donde estaba, en sus palabras “la mejor supervisora que he tenido en mi vida”, la contacté e inicié mi internado en Community Counseling Center of Blackstone Valley, Inc. (CCC), una clínica que daba servicio a 11 pueblos de la zona Oeste del estado y que me ofreció un laboratorio para poner en práctica mis ideas y conocimientos durante el segundo año de la maestría y los siete años que laboré en esa institución.

El trabajo en CCC en los 80’s era un trabajo terapéutico de acuerdo a los modelos de Child Guidance Clinic (Clínica de Guía para niños) en los que se trabajaba principalmente con los niños en terapia individual y con sus padres, primordialmente la mamá, en consultoría. Con los conocimientos de Terapia Familiar recién adquiridos empecé la tarea de llevarlos a la práctica en este contexto, que afortunadamente me daba la libertad de experimentar con las ideas y con mi desarrollo como profesional.

Seguí el camino…

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Antonio Machado

Al terminar la Maestría en Counseling Psychology (Consejería) decidí que el camino a seguir era un entrenamiento formal como terapeuta familiar. Asesorada por mi consejero de la maestría llegué al Family institute of Cambridge en 1984. En la entrevista conocí a Sallyann Roth, e inicié el entrenamiento en su grupo teórico. En ese entonces, Sallyann acababa de regresar de un curso de verano en Italia con el Equipo de Milán (Selvini, Prata, Cecchin y Boscolo) y estaba realmente entusiasmada con las ideas y las prácticas que había aprendido y experimentado con ellos. Dejó su programa de lado, y empezamos a trabajar con teoría de sistemas y preguntas circulares como una forma de deshacer la paradoja que informa el doble vínculo que mantiene al síntoma; esto me pareció realmente excitante e interesante. Por otro lado, la supervisión clínica estaba a cargo de Caroline Marvin, quién me dio las herramientas y la disciplina para llevar a cabo un trabajo estructural (Minuchin, ). Desde esta perspectiva, utilizaba genogramas y descripciones precisas de las secuencias conductuales que mantienen al síntoma, así como la descripción de la estructura familiar en términos de poder, alianza, vínculos y coaliciones. La elaboración sistemática de mapas familiares me ayudó a disciplinar mi cerebro y a generar una estructura de trabajo que podía llevar con claridad y confianza a los casos que atendía en la clínica. Presenté muchos casos y escuché muchos otros, el grupo era de 8 personas y cada semana presentábamos dos casos clínicos basándonos en un modelo de presentación ordenado y organizado que nos proveía la supervisora.

Una voz diferente…

La Diferencia que hace la diferencia, Gregory Bateson

El segundo semestre, tuve un cambio de supervisión, ahora me encontraba ante Rick Lee, Rick era conocido en el medio de la Terapia como el terapeuta que establecía los contratos de trabajo más claros y precisos. A diferencia de la supervisión con Caroline que era narrada, en este nuevo espacio de supervisión, el trabajo se realizaba con las familias en vivo. El formato de trabajo, que ahora resulta familiar y común para cualquier terapeuta familiar, ya que estamos 25 años después, era que el supervisor con alguno de los alumnos entrevistaba a la familia, mientras el resto del grupo observaba la entrevista escuchando respetuosa y silenciosamente en una esquina del mismo cuarto. Al finalizar la entrevista, Rick nos pedía que compartiéramos nuestras ideas con la familia, una práctica que ahora encontramos y estructuramos a través del trabajo de los Equipos de Reflexión iniciados por el psiquiatra noruego Tom Andersen, (Andersen, 1987), en 1984; ésta práctica era realmente poco común y se podría calificar de exótica. La manera como Rick Lee manejaba el tiempo, el espacio y el discurso me ayudaron a aprender a escuchar de una forma diferente, además me obligaron a aprender qué hacer con mis ideas y mis inquietudes frente al cliente cuando estoy escuchando pero no participando de una forma activa en la sesión. Otra virtud en el trabajo de Rick Lee, era la presencia de cámaras de video que filmaban tanto el proceso terapéutico como la manera como compartíamos nuestras ideas.

Recuerdo que durante 1984-85 la supervisión de Caroline Marvin desde una postura estructural me pareció mucho más útil y educativa. Ahora 25 años después, y gracias a la oportunidad de llevar a cabo esta reflexión de mi historia como terapeuta y de mi aprendizaje, puedo ver que la supervisión con Rick Lee sentó las bases para el trabajo diverso, plural y de múltiples voces en el que me encuentro ahora.

Y seguimos caminando…

El límite de mi mundo es el límite del lenguaje, Ludwig Wittgenstein

Sigamos con la historia, al terminar ese primer año en el Instituto, Sallyann Roth me invitó a participar en el Primer Entrenamiento en Terapia Sistémica, entrenamiento que era solo por invitación y en el que participé como asistente de investigación. El ser asistente de investigación me dio la oportunidad de trabajar con Sallyann en el diseño del programa, la selección de las lecturas y la edición de los videos de entrenamiento. El programa, único en Boston, reunía a los maestros pioneros en la Terapia Sistémica de Milán, interesados en poner en práctica las ideas de Bateson (1979) y Maturana (1996) y las prácticas clínicas de Milán basadas en el uso de las preguntas circulares, la teoría del doble vínculo y la aplicación de intervenciones basadas en la Paradoja y la Contra-paradoja, (Selvini Palazzoli, et al 1988).

El curso nuevamente contaba con una parte teórica impartida por Sallyann Roth, Kaeta Weingarten, Harlene Anderson y Mary Jane Ferrier y una parte clínica en la que nos dividíamos en sedes clínicas de seis alumnos. Yo me sentía afortunada en mi sede clínica, ya que además de tener de supervisora a Sallyann con la que trabajaba muy a gusto, participaba en nuestra sede como co-supervisora Mary Jane Ferrier, que acababa de llegar de Calgary de entrenarse con Karl Tomm, terapeuta que se conocía como el traductor del trabajo de Milán. Nuestro equipo era extraordinario, trabajábamos con familias siguiendo estrictamente la propuesta de Milán, diseñando intervenciones que contenían descripciones y prescripciones, hacíamos pre-sesiones de análisis, recesos a la mitad de la sesión para el diseño de la intervención y finalmente la entrega teatral de la intervención al estilo de Mara Selvini . La teoría que informaba nuestro trabajo nos ayudaba a analizar los resultados desde una propuesta de cambio de primero y segundo orden, tal como lo describía la teoría de sistemas. En ese entonces, yo tenía dos tareas en mi aprendizaje: Aprender a hacer preguntas circulares de todo tipo en las que se establecieran conexiones y diferencias (Bateson, (1979) que ”relajaran” la secuencia conductual en la que se encontraba insertado el síntoma, y segundo, aprender con maestría y precisión lingüística el diseño de las intervenciones basadas en las contra-paradojas que finalmente resolverían la paradoja. El trabajo era realmente excitante y apasionante, además como asistente de investigación tenía la tarea de editar los videos, buscando la intervención para la enseñanza de la técnica. Selvini Palazzoli, (1980, 1988), Penn, (1982, 1985),

Mientras yo estaba en este grupo, en otra sede clínica del otro lado del hospital, se encontraba el grupo de estudiantes cuya supervisora era Harlene Anderson. La manera como estaba organizado el entrenamiento, nos daba la oportunidad a los alumnos de convivir durante unas horas, que utilizábamos para comer juntos. Durante ese espacio compartíamos nuestras experiencias teóricas y clínicas. Los primeros cuatro meses del entrenamiento, nuestro grupo hablaba de forma muy elocuente acerca de lo que estábamos aprendiendo en cada sesión, los miembros del grupo de Harlene nos escuchaban y compartían muy poco acerca de su experiencia. En Enero, después de cinco meses de entrenamiento los estudiantes del otro grupo, que habían estado callados empezaron a comentar lo siguiente: “No sé que hace esta mujer, pero los pacientes están muy contentos”, “no sé que hace esta mujer, pero los pacientes no faltan y llegan a tiempo” “no sabemos lo que hace, pero parece como que los problemas desaparecen”….por primera vez en los cinco meses el grupo de Harlene hablaba de su experiencia clínica como algo útil y sorprendente, esto produjo una enorme curiosidad de saber lo que pasaba en la otra sede clínica en la que aparentemente no pasaba nada.

Me gustaría enfatizar que esta experiencia sucede en 1985, tres años antes de la publicación de “Los Sistemas Humanos como sistemas lingüísticos” artículo en el que Harlene Anderson y Harold Goolishian (1988) plasman los principios de lo que ahora llamamos Terapias Colaborativas Posmodernas. Los alumnos del grupo de supervisión de Harlene no tenían aún lenguaje, ni un marco conceptual para describir lo que ahora llamamos “la postura de no conocer”, las relaciones colaborativas y las conversaciones dialógicas informadas desde el multi-verso, la curiosidad, la tentativita y la incertidumbre, que ofrecen teorías como la crítica posmoderna y la construcción social. Pasarían doce años antes de que Anderson publicara su libro: Conversación Lenguaje y Posibilidades, Anderson (1997), en el que nos presenta la pregunta que actualmente guía mi trabajo:

¿Cómo crear el tipo de conversaciones y relaciones que invitan a los participantes a acceder a su creatividad para generar en conjunto posibilidades donde parecían no existir?

Regresemos a 1985 y las ideas que informaban la Terapia Familiar en ese entonces. Terminé el Entrenamiento en Terapia Sistémica e ingresé a colaborar con un grupo que se llamaba “ the stuck clinic” (Clínica de casos atascados). Nos reuníamos una vez al mes a dar consultoría a terapeutas que encontraban dificultades en el manejo de sus casos clínicos. Como el nombre lo indica, las metáforas que guiaban nuestro trabajo seguían siendo físicas, los casos los veíamos como “atascados” y el trabajo provenía de la teoría de sistemas. En eso años, empezamos a movernos lentamente de las intervenciones hacia los significados, del trabajo de Mara Selvini y Giulana Prata hacia las ideas de Gianfranco Cecchin (1987) que veía el trabajo centrado en las preguntas y la conversación, en lugar de la intervención. Durante todo este tiempo, yo seguía trabajando como terapeuta en CCC. Mi trabajo obedecía la postura clínica y epistemológica de la Escuela de Milán, veía familias una vez al mes y me concentraba en la construcción de paradojas y contra-paradojas. Dada la estructura organizacional de la Institución y la definición de puesto del terapeuta, para poder cumplir con mi modelo de trabajo de ver a las familias una vez al mes, tenía que llevar cuatro veces más casos que mis colegas que seguían trabajando con un modelo terapéutico tradicional de sesiones de una vez por semana. Además, mi forma de trabajo retaba el sistema de cobro de la Clínica, ya que la computadora estaba programada para dar de baja a los casos que no se habían visto en un mes, para no tener que agobiarme con exceso de papeleo citaba a las familias de manera que el sistema no las diera de baja. Resulta importante para mi comentar este punto, para enfatizar cómo la filosofía informa a la epistemología, la cual forma una teoría, una práctica y una técnica, que retan a los sistemas de trabajo y de cobranza para el manejo de una institución.

La forma de trabajo que yo prefería resultaba extraña para mis colegas, hasta que en 1986 empezaron a haber cortes importantes de presupuesto para prestar servicios de salud mental. El número de sesiones de terapia pagadas por el estado se redujo de forma dramática y las instituciones prestadoras de servicio, así como los terapeutas se vieron obligadas a encontrar forma más breves y eficaces de resolver problemas. Fue a partir de entonces que creció el interés por incluir modalidades como la del MRI, Terapia Breve Centrada en el Problema, Terapia Centrada en Soluciones, o Terapias Sistémica, ese fue el principio de mi carrera como docente, entrenando a mis colegas en formas breves de ofrecer servicios terapéuticos. O´Hanlon (1991), De Shazer, (1985 ), MRI.

Los procesos polifónicos y reflexivos desde la postura de “no conocer”: Una anécdota

No pienses, sino mira. Ludwig Wittgenstein

En 1986, me solicitaron en la clínica facilitar como terapeuta un grupo para padres de adolescentes delincuentes, la participación en el grupo era obligada por el estado. Como terapeuta, no tenía experiencia en trabajo de grupo, ni en trabajo con padres. Pensé qué podría hacer para facilitar el grupo de manera que no se notaran mi nerviosismo y falta de experiencia; lo que se me ocurrió hacer, dadas las circunstancias fue entrevistar cada semana a un padre, madre o pareja en relación a la situación familiar y las dificultades que vivían con su hijo, así como los intentos de solución. Terminada la entrevista, pedía a los padres del grupo que ofrecieran desde su experiencia, ideas que les pudieran ser útiles en la crianza de estos chicos. Para mi sorpresa el proceso conversacional y relacional que se generó a partir de éste formato, permitió a los padres ofrecer ideas que otros encontraron útiles, además de la posibilidad de pensar juntos acerca de las posibles soluciones a los dilemas en cuestión. Transcurrieron las 10 sesiones y los padres encontraron en el grupo un espacio de reflexión y apoyo ante su situación; el grupo obligatorio terminó y los participantes continuaron en un grupo de padres por algún tiempo, siguiendo el mismo formato. Esta experiencia terapéutica no la compartí con mis colegas y supervisores por miedo a ser criticada y reprendida, la narré por primera vez en el articulo El Equipo de Reflexión que escribí con Elena Fernández y Margarita Tarragona para la publicación del libro El Equipo Reflexivo en México de la serie Voces y más voces, Editorial Alinde (2002).

En 1988, un año después tuve la oportunidad de ver trabajar por primera vez a Tom Andersen y ver la operacionalización clínica de los procesos reflexivos, su taller me dio la oportunidad de ponerle nombre y teoría a una práctica que yo había encontrado útil y que había desarrollado desde la necesidad de ofrecer un servicio clínico para el que no sabía qué hacer (no conocer). A partir de su visita, creció en mi el interés por leer e investigar acerca de las ideas que informan su trabajo, me remití nuevamente al trabajo de Anderson y Goolishian (1988, 1997) y finalmente a los escritos de Gergen (1991, 1992, 1999),Shotter (1996,) el trabajo clínico de Michael White y David Epston (1984) y otros autores informados desde la Narrativa y el post-estructuralismo. Pakman (1996)

En 1990 regresé a México en busca de una comunidad profesional y colegas con los cuales pudiera seguir creciendo, así como instituciones educativas y alumnos con los cuales pudiera compartir mis ideas e inquietudes académicas. Empecé trabajando como docente en El Instituto Mexicano de Terapia Breve, luego en la Maestría de Terapia Familiar de la Universidad de las Américas, colaboré unos años en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la facultad de Psicología al lado de Gilberto Limón y el proyecto de maestría en Construcción Social. Desde 1993 colaboro como docente de la Maestría en Terapia Familiar de la Universidad del Mayab en Mérida Yucatán y es a partir de los alumnos de ésta Universidad que en 1998 se funda el Instituto Kanankil (“En Conversación”, en Maya) afiliado y apoyado por Grupo Campos Elíseos.

Grupo Campos Elíseos

En 1998, Elena Fernández, Margarita Tarragona y una servidora fundamos Grupo Campos Elíseos, un Instituto privado e independiente, afiliado al Houston Galveston Institute, en Houston Texas. El Instituto se funda con la idea de ofrecer entrenamiento, consultoría y supervisión a un grupo de colegas inquietos, interesados en experimentar con ideas de posmodernidad, narrativa y construcción social. Los colegas interesados eran en su mayoría terapeutas familiares sistémicos que buscaban teorías que a través de los significados y la re-autoría les permitieran enriquecer sus prácticas clínicas. En 2010, doce años después, la mayoría de los programas de Terapia Familiar en México incluyen en sus entrenamientos ideas que provienen de éstas teorías y prácticas clínicas. Nosotros en Grupo Campos Elíseos, seguimos ofreciendo grupos conversacionales basados en “conversaciones y relaciones que generan posibilidades”

A manera de conclusión

Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río y otra persona. Heráclito

Como terapeuta, docente, consultora y coach sigo siendo fiel a mis orígenes de terapeuta familiar. Escogí narrar la historia de mi relación inicial con la Terapia Familiar con el objeto de incluir en éste libro la emoción de haber participado en un proceso de transformación desde sus orígenes y enfatizar la controversia que las ideas han creado a través de los años. Además, es una pregunta que los alumnos me hacen con frecuencia en los diferentes grupos de entrenamiento que visito.

Agradezco la invitación que me han hecho Patricia y Rosario para revisitar las ideas y compartir con los lectores mis experiencias, con el objeto de mantener viva la historia de las ideas, conocer de dónde vienen, cómo se construyen y eventualmente, se deconstruyen .

Referencias

A manera de bibliografía comparto la lista de algunos de los textos que me han acompañado y han sido significativos para mí a lo largo del camino.

Andersen, T. (1987) The reflecting team dialogue and meta-dialogue in clinical work, Family Process, 26: 415-428

Anderson, H. & H. Goolishian (1988) Human Systems as Linguistic Systems: Preliminary and Evolving Ideas about the Implications for Clinical Theory, Family Process 27: 371-393. (Versión en castellano)

Anderson, H. (1997) Conversation, Language and Possibilities, Basic Books. San Francisco.

Bateson, G. (1979) Mind and Nature, Bantam Books, N.Y.

Cecchin, G. (1987). Hypothesizing, circularity and neutrality: An invitation to curiosity. Family Process, 26 (4), 405-413.

Dell, P. (1985) Understanding Bateson and Maturana, JMFT., Vol 11, 1, 1-20

De Shazer (1985) Keys to Solutions in Brief Therapy, Norton.

Gergen, M & McNamme (1999) Relational Responsibility, Sage.

Gergen, K. y S. McNamme (1992) Therapy as Social Construction, Sage, en español Terapia como Construcción social, Paidos.

Gergen, K., (1991) The Saturated Self., Basic Books. U.S.A, (version en espanol: El Yo Saturado, Paidos.)

Haley, J. (1986) Las tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos.Editorial Paidos, Barcelona.

Hoffman, L.,(1981) Fundamentos de la terapia familiar., F.C.E., Mexico.

O’ Hanlon, W & Weiner- Davis (1989) En Busca de Soluciones, Paidos.

Minuchin, S. et al.(1967) Families of the Slums, Basic Books.

Pakman, M. comp.(1996) Construcciones de la experiencia humana, Gedisa, Barcelona

Penn, P. (1982). Circular questioning. Family Process, 21, 267-280.

Penn, P.(1985). Feed forward: Future questions, future maps. Family Process, 24 (3), 299-310.

Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G. y Prata, G. (1980). Hypothesizing, circularity and neutrality: Three guidelines for the conductor of the session. Family Process, 19 (1), 3-12.

Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G. y Prata, G. (1988). Paradoja y Contraparadoja. Espana: Paidos.

Watzlawick,P., Beavin J., Jackson, D. (1967) Pragmatics of Human Communication, Norton. ( en español Teoría de la Comunicación Humana)

White, M. & D. Epston ( 1984 ) Medios narrativos para fines terapéuticos, Paidos.